La COP16 que se realizará en la ciudad en el mes de octubre nos coloca ante una compleja realidad biodiversa del país, del Pacífico colombiano y en particular de Cali y del Valle del Cauca, frente a la cual se advierten los intereses de los negociantes de la naturaleza y de la vida en general, los acuerdos entre los Estados y con las multinacionales y de aquellas organizaciones ambientales de diverso tipo y procedencia.

En esta oportunidad de lo que se trata, además de hacer un balance de las tareas acordadas en la COP15, es de suscribir una especie de tratado de libre comercio TLC en materia de biodiversidad entre los diferentes Estados y países interesados en la explotación de su riqueza nacional biodiversa.

Y de ahí que la secretaria ejecutiva de la COP 16 Astrid Shomaker en declaraciones al diario El País del pasado 2 de septiembre haya manifestado su interés porque se logren realizar negocios en condiciones altamente beneficiosas para aquellos países que poseen ventajas comparativas relacionadas con la información genética, lo que constituye una forma velada y sutil de justificar la contratación, por ejemplo, con las multinacionales farmacéuticas interesadas en apropiarse de las ventajas naturales que ofrece la biodiversidad con el fin de comercializarlas en los mercados de venta capitalista.

De llevarse a cabo dicho propósito con el cual se compromete el presente y futuro del potencial natural de países como el nuestro y en particular con la parte rural del municipio de Cali, su hidrografía, su variedad natural localizada en el Parque Natural Nacional Los Farallones, la inmensa biodiversidad del Pacífico Vallecaucano, de sus océanos, de sus manglares y arrecifes, además de la riqueza natural y biodiversa de la cuenca geográfica del río Cauca, todo esto en procura de mejorar las malas prácticas y tratamientos médicos e incluso enfrentar las epidemias que azotan a la humanidad, no dejan de ser más que pretexto para que el gran capital a través de sus organizaciones e instituciones internacionales se apropien de nuestra biodiversidad para la producción de medicamentos, alimentos, cosméticos y productos agroindustriales que posteriormente son patentados bajo el título de propiedad intelectual.

Si bien es cierto Cali es presentada al mundo como poseedora de una gran biodiversidad basada en el estudio documentado con más de 500 aves que corresponde al 30% aproximado del total existente en Colombia, y con siete ríos que cruzan el área urbana más los ríos en la parte rural como el Pichindé, Felidia y sus 10 o más ecoparques con 1.631 hectáreas con presencia de una variedad de especies en fauna y flora únicas en el mundo dicha biodiversidad se encuentra desprotegida al no existir suficientes controles y políticas locales y regionales para cuidar el medio natural, más allá de la implementación de algunas medidas insuficientes para protegerla no obstante encontrarse amparada por leyes, decretos y resoluciones a cargo de su cumplimiento por parte de instituciones como la CVC y el DAGMA, en muchas ocasiones al servicio de determinados intereses privados con ropaje de interés general.

En definitiva, se trata no solo de cumplir con las normas jurídicas sino de prever y prevenir los eventuales cambios espontáneos que se producen en la naturaleza o de aquellas prácticas humanas que deterioran el medio ambiente natural, por ejemplo, con el desarrollo urbanístico que además vulnera los derechos colectivos de los ciudadanos al disfrute de nuestra biodiversidad.

Aunque existen algunos sectores dedicados al estudio y la investigación de la biodiversidad, estos no dejan de tener un matiz demagógico y especulativo con el cual se busca encubrir las contradicciones cada vez más profundas del régimen capitalista en materia de protección y mejoramiento de la biodiversidad cuyas causas se atribuyen a la aplicación de las nuevas tecnologías y a los excesos del consumismo como factores principales del deterioro del medio natural. Para otros ecologistas el deterioro de la naturaleza nos llevará irremediablemente a una gran catástrofe universal, que como tal no se podrá detener dado su carácter irreversible y fatalista del proceso de evolución de la naturaleza y de las malas prácticas realizadas por los habitantes del planeta. De esta manera se reduce el análisis de las verdaderas causas de los problemas ambientales y de los caminos a seguir en procura de mitigar los daños causados al medio ambiente natural cuando de lo que se trata es de transformar y enriquecer permanentemente la naturaleza para bien de toda la humanidad en colaboración con todos los Estados y países en tanto que este asunto tiene un carácter global y no podrá ser afrontado individualmente sin correr con las consecuencias que conllevan los cambios y la evolución de la naturaleza en todo el planeta.

Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.

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