El valle geográfico del rio Cauca era un jardín de especies y germoplasma animal y vegetal; en humedales y vasos comunicantes del río y sus afluentes.  En las ciénagas y lagunas pobladas de juncos, lechugas de agua, papiros y elodeas, habitados por garzones blancos y grises, paticos de agua, zarcetas, pellares, tijeretas, iguanas, patos migratorios del hemisferio austral y boreal, caracoles, ostras, bagres, bocachicos, barbudos y sardinatas. Los ríos sinuosos fluían poblados de peces y caracoles, le entregaban sus caudales limpios al río Cauca, acompañados por densas cintas de guaduales, cañas menudas, higuerones, caracolíes, ceibas, Martín Galvis y sauces habitados por millares de loros, aves e insectos deslumbrantes. 
 
En fértiles aluviones florecían jardines de madroños, guanabanas, grey, los caimos amarillos y morados, los mameyes, carambolos, fragantes pomarrosas, limas, zapotes, las chirimoyas anones, fragantes badeas y piñuelas, nísperos, naranjas grey, guamos, mandarinas, ciruelas y grosellas, guayabas con quercetina, naranjales, floridos limoneros. Eran hábitat de coleópteros tornasoles, de abejas, avispas de cabezas rojas, abejorros polinizadores, libélulas, chicharras, crisopas de transparentes alas,  mariposas, arlequines y aves canoras. En los riachuelos y quebradas abundaban pececillos de mil colores, ranas, sapos, ostras y caracoles. Las lluvias eran reguladas, los días cálidos, las noches frías con luces de luciérnagas y cocuyos y en las alboradas los árboles vestidos de líquenes brillantes, los pastizales eran habitados por grillos y chapules. Cultivos de cereales y leguminosas amanecían ensopados por las perlas del rocío y miles de personas brotaban de los pueblos a laborar en cultivos de caña, de cereales y leguminosas entre la neblina del amanecer. Abundaban las iguanas en orillas del río Cauca, las tijeretas y viuditas negras en los arrozales, pellares en las áreas inundadas, los coclies capturando insectos, conejos, zorros, guatines y osos hormigueros en las selvas secas. Las codornices hacían sus nidos y volaban súbito, zumbaban millares de abejas y abejones. En solares de las viejas casas de adobes crecían los amancayos, granadas, dalias, chambimbes, guayabos. 
 
En los ríos Pance, Meléndez, Lili, Cañaveralejo, Pichindé, Felidia-Cali, Aguacatal-Chocho, protegidos por la selva de niebla fluían aguas cristalinas pobladas de sabaletas, sardinatas y corronchos, hábitat de los gallitos de roca, mirlas de patas rojas, loros cabeci azules colibríes de intensos verdes y azules tornasoles, los pájaros carpinteros lucen sus copetes rojos volando sobre los ríos y las tangaras multicolores hacen nidos en la selva de niebla hacia Farallones. Tucanes esmeraldas, loros, mirlas de patas amarillas, las pavas Penelope dispersan semillas. Osos de anteojos, venados, murciélagos, ardillas, coclies, armadillos, osos hormigueros, guatines, tairas, dispersan las semillas preparadas, siembran y abonan los suelos.

Pero desecaron los humedales, desaparecieron las cintas forestales protectoras que acompañaban los ríos hasta el río Cauca y grandes guaduales, rociaron glifosato por vía aérea y exterminaron árboles frutales. Los excesos de agroquímicos de la revolución verde aniquilan abejas, avispas, abejones, peces, libélulas, coleópteros, aves dispersoras de semillas, crisopas, murciélagos… y se arruinaron los cultivos por las importaciones de excedentes agropecuarios subsidiados; trigo, maíz, soya. Se marchitó la abundancia agrícola y la biodiversidad. 

El cianuro, el mercurio y la violencia eterna compañera del oro amenazan especies animales, vegetales y el agua de Cali en Los Farallones. Donde las gotas de lluvia forman perlas líquidas en las grandes hojas de los yarumos blancos protegidas por cerosinas.

Oscar Rivera Luna