Como ya se sabe, cosas, datos, informaciones, conocimientos y sabiduría, están relacionados de diferentes formas, siguen distintas secuencias y en cada caso tienen valores disímiles; las cosas son más que sus datos, estos son sólo parte de la información y esta lo es del conocimiento, el que no es forzosamente sabiduría. En las ciudades los datos sobre su geografía, historia, población, urbanismo y arquitectura permiten una información básica pero no su conocimiento a fondo, el que precisa de vivencias sabias para poder planificarlas responsablemente, y se pueda precisar el urbanismo, la arquitectura, el paisajismo y el diseño a seguir, y que profesionales los deben realizar y en donde.

              Son tres temas básicos a considerar para cada uno de esos cinco aspectos mencionados arriba. Geografía: relieve, clima y vegetación, que determinan sus condiciones medioambientales diarias y a lo largo del año, los paisajes de su entorno y los urbanos, y condiciones del suelo para futuras construcciones. Historia: el por qué de la fundación de la ciudad en ese sitio, las etapas de su desarrollo posterior y su actualidad económica, social, cultural y política. Población: su cantidad y crecimiento actual, sus orígenes, los que ahora en las ciudades grandes con seguridad serán varios, sus niveles socioeconómicos presentes, y sus distintas manifestaciones históricas, culturales y políticas.

              Por otro lado, las experiencias, sucesos o hechos que han vivido y viven los habitantes de cada ciudad y que contribuyen a configurar su carácter, son vivencias fundamentales al abocar su planificación, urbanismo, arquitectura y su diseño urbano; y toca considerar que podrán ser muy variadas por lo que hay que establecer sus diferencias y sus aspectos comunes. Pero es imprescindible partir de un único comportamiento cívico en todos los espacios urbanos públicos de uso común a todos: calles, avenidas, plazas, parques y zonas verdes, y que no haya olores ni ruidos ajenos ni se alteren las fachadas ignorando las de los vecinos, y se respete la privacidad de las viviendas.

              Una planificación regenerativa, en procura del desarrollo armónico de una ciudad, debe partir de lo geográfico, histórico, económico, sociológico y cultural, para concluir en un Plan General de lo urbano, arquitectónico y de diseño general, metódicamente organizado, de gran amplitud y a largo plazo. Y como complemento, dicha planificación debe incluir los procedimientos para su revisión, corrección y mejora, a medida que se lleva a cabo, para evitar los cambios inoportunos, improvisados o corruptos de los funcionarios de turno, y lograr que se torne permanente, lo que es muy deseable desde el siglo XX, en que las ciudades comenzaron a cambiar más rápido que las generaciones.

              Finalmente, dicho Plan General sería el conjunto de planos urbanos y normas urbano arquitectónicas para ordenar los  usos del suelo a gran escala y su intercomunicación, creando las condiciones para su implementación en áreas no urbanizadas, su transformación en ciudades existentes, o su conservación en centros históricos. Y el Plan General respectivo se concreta a partir de  Plan General de lo urbano, arquitectónico y de diseño general   más comunes en cada uno, y no una estricta zonificación como en el urbanismo moderno, y los requisitos y encargados para sus actualizaciones periódicas. 

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.