En el año 2025, nos enfrentamos a una crisis multifacética que amenaza la estabilidad del mundo. El déficit global de agua, los virus mutantes que atacan nuestro sistema inmunológico, las bacterias resistentes a los antibióticos, y las enfermedades fungosas que afectan frutas y hortalizas, están acelerando la hambruna global. Sin embargo, el mayor obstáculo es la negación de la dirigencia mundial ante estas amenazas.

Los líderes globales, obsesionados con el control económico, se enfrascan en una guerra feroz por dominar los mercados. Ignoran las advertencias del IPCC sobre el caos climático y promueven inversiones en armas y combustibles fósiles, exacerbando las emisiones de gases de efecto invernadero. Mientras tanto, se jactan de avances tecnológicos como la inteligencia artificial, sin considerar sus consecuencias sociales negativas.

La cúpula económica, embriagada de poder, persiste en la competencia feroz por el control del mercado global, invirtiendo en armas más destructivas y amenazando con sanciones y aranceles. Esto contrasta con la difícil recaudación de fondos para combatir el calentamiento global, que requiere una inversión de 350.000 millones de dólares en diez años para proteger a 8.000 millones de habitantes.

En este contexto, la pobreza de recursos para enfrentar desastres como incendios y sequías es alarmante. En Colombia, por ejemplo, 300 municipios han carecido de bomberos durante décadas. En el Valle del Cauca, el presupuesto anual para bomberos en 2024 fue spequeño y preocupante

Los medios de comunicación globales confunden a la opinión pública alabando la guerra permanente y la intervención en asuntos internos de otras naciones. Ignoran las advertencias científicas sobre el aumento de temperaturas y el impacto del metano y los óxidos nitrosos en el calentamiento global.

Sin embargo, existen iniciativas de adaptación y mitigación del cambio climático que podrían emularse. La reforestación masiva en México, la plantación de miles de millones de árboles en Filipinas y Corea del Sur, y la muralla verde del desierto de Gobi en China son ejemplos inspiradores. Países como Noruega, Dinamarca, Finlandia y Suecia están transformando sus fuentes de energía hacia un modelo cero carbono.

La alternativa obligada es reducir las emisiones de carbono, adaptar nuestros territorios a los extremos climáticos y disminuir la huella de carbono de cada habitante. No se resuelve hablando de amistad, libertad y democracia mientras se promueven armas químicas, biológicas y nucleares.

Debemos prevenir los desastres climáticos informando la verdad y organizando a las comunidades globales. La humanidad necesita una estrategia seria y coherente ante la amenaza inmediata del calentamiento y la hambruna global. Es hora de luchar por la vida en todos los ecosistemas de la Tierra, obrando en armonía con la naturaleza y la sociedad.

La tormenta de fuego que azotó Los Ángeles, California, y los incendios en la Amazonía en 2024 son solo algunos ejemplos de la gravedad del caos climático. Estos fenómenos extremos nos recuerdan la urgencia de actuar contra el cambio climático y el déficit global de agua, en la Tierra, no en Marte. La humanidad necesita una pausa en la desinformación masiva y una estrategia coherente para enfrentar estas amenazas inmediatas.

Oscar Rivera Luna