Es claro que no nunca ha existido una planeación de la ciudad, ya que lo propuesto por los urbanistas Wiener y Sert por los años de 1950 tristemente fue olvidado y varias administraciones fueron realizando de ese plan únicamente la Autopista Suroriental, disminuyendo su perfil y por lo tanto su número de carriles. Esa falta de planeación es el origen del actual desorden y que este siga creciendo por los cuatro costados de la ciudad, dado que ella sigue siendo diseñada por los urbanizadores, que solo buscan el mayor aprovechamiento del terreno y no el orden urbano, así vemos vías de cuatro carriles que terminan en dos o sin salida y el posterior desorden en las construcciones en donde se invaden ante jardines y zonas verdes que se convierten en parqueaderos y se talán los árboles.
Debemos insistir a los oídos sordos de los legisladores que, sin una verdadera Oficina de Planeación, autónoma e independiente del Alcalde de turno, que piense la ciudad con sus Municipios vecinos a 30/40 años, para que sea la guía para la administración que cambia cada cuatro años, seguiremos creciendo en total desorden y solo nos queda la esperanza de que algún día vuelva a funcionar el ferrocarril a Jamundí para descongestionar en la ciudad la movilidad vehicular, un sueño a no menos de 5 o más años, pues recuperar las zonas invadidas de la vía no es tarea fácil.
El Alcalde Alejandro Eder está empeñado en poner orden, comenzando por el tráfico y ello muestra el rechazo de los motociclistas, para quienes no existen las normas, pese a que son ellos los responsables del 70% de los accidentes viales y aportan el mayor número de víctimas.
Considero que los caleños debemos respaldar al Alcalde Eder, quien, a diferencia del anterior, está empeñado y con total honestidad en poner en orden y la pulcritud en el manejo de la ciudad y también en la administración municipal, más que permeada antes por la corrupción. No es tarea fácil, ya vemos como hay muchos empeñados en desvirtuar ese actuar e impedir que Santiago de Cali vuelva no solo a ser un sueño atravesado por un río, sino la capital del civismo, la cultura ciudadana y donde reine la alegría y el trato cortes a sus miles de visitantes. No debemos olvidar, que el turismo mueve la economía y que turista satisfecho trae más turistas.
Tenemos un Alcalde que quiere servir, no medrar, debemos no solo respaldarlo, colaborarle en su empeño para que Santiago de Cali, que pronto cumplirá 500 años, sea nuevamente con orgullo y junto con la región vallecaucana culta, cívica, incluyente, justa, pacifica, competitiva y en armonía con la naturaleza.
Tampoco podemos olvidar que con orden y seguridad será siempre grato vivir en ella y no como hoy que da temor andar por sus calles.