En todas las ciudades, la mayoría de ellas localizadas en superficies planas, al menos en parte, el relieve tiene que ver directamente con sus variados paisajes, con la movilidad en sus calles, con sus varias arquitecturas, y con las disímiles infraestructuras de sus servicios públicos. Pero casi siempre, paradójicamente, sus diferentes proyectos urbanos y arquitectónicos se trazan inicialmente en un plano y poca importancia se le da entonces al relieve, el que además se suele ver como un problema y no como una posible ventaja, y entonces al final obligatoriamente se lo tiene que estimar generando soluciones de última hora en lugar de las sorprendentes ideas iniciales que hubiera sido.

Junto con el clima y la vegetación, el relieve determina los paisajes en los que se encuentran todas las ciudades, por lo que, por ejemplo en aquellas al lado de una cordillera, como Cali, se deberían reducir las viviendas en las laderas a sólo casas unifamiliares aisladas, las que además no perturban tanto las brisas y vistas como los altos y largos edificios laminares de apartamentos que venden en dicha ciudad. Y por supuesto el relieve es clave en todos los diferentes paisajes urbanos, como lo es en una calle, una avenida o una plaza, ligeramente inclinadas y no totalmente planas, o en una capilla al tope de un cerro, y qué bello que es un gran parque ondulado mas no uno pequeño.

La topografía determina la infraestructura vial de las ciudades, incluyendo viaductos, túneles, pasos semienterrados y cruces a dos niveles, lo que es crucial al determinar los usos del suelo y las densidades. Además evitar las pendientes muy pronunciadas es definitivo al pensar en más peatones y ciclistas para lograr que la movilidad en ellas sea sostenible y agradable; y lo mismo con la posibilidad de un tren de cercanías a nivel y todo al aire libre en la mitad de una zona verde, tal como lo visualiza el nuevo eje urbano y regional propuesto para Cali por un grupo de profesionales con la colaboración de la SMP-Cali, como columna vertebral de un transporte público multimodal e integrado.

De otro lado, las calles inclinadas dificultan la mejor conformación de las fachadas urbanas del conjunto de los edificios en cada uno de sus dos costados, al complicar sus relaciones horizontales, por lo que serían necesarias mejores normas al respecto y más sensibilidad hacia los vecinos y a la ciudad por parte de los arquitectos. Y, lo que es más difícil, que los promotores entiendan que al contribuir a una mejor ciudad con sus nuevos edificios puede significar un mejor negocio al vender no solo mejor arquitectura sino al mismo tiempo mejor ciudad, lo que sus futuros compradores entenderán si se los explica y demuestra, y no mediante modas pasadas de moda o falsas ilusiones.

Para completar, la infraestructura de los servicios públicos en las ciudades tiene que enfrentarse con su relieve de muy diferentes formas; ya sea la hidráulica y sanitaria o la eléctrica y de comunicaciones, pero igualmente los servicios de recolección de basuras y de mantenimiento y limpieza del espacio urbano público: calles (andenes y calzadas), avenidas, plazas, parques y zonas verdes. El hecho es que generalmente no se los piensa junto con un plan vial y de usos del suelo (densidades, ocupaciones, aislamientos, retrocesos, balcones y alturas) sino que se “resuelven” a lo último y cada uno por su lado, ya que al inicio fueron planeados como si toda la ciudad fuera plana.

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.