El país atestigua uno de los más oscuros momentos de su historia reciente. Petro, elegido por escasa ventaja, en virtud de la debilidad de un calificado oponente, ha demostrado total falta de coherencia en su forma de gobernar. Su desmedido afán de profesar una ideología socialista le ha sido imposible coordinar un equipo de trabajo que permita introducir los cambios idealizados en campaña e incumplida promesa de cambio.
Las permanentes crisis ministeriales así lo han mostrado. En vez de rodearse de un equipo técnicamente calificado cada vez profundiza más palpable en la improvisación de sus nombramientos. Acude a ideólogos activistas carentes de conocimiento y experiencia administrativa.
Su confidente Sarabia dejó la dirección de uno de los institutos mejor financiados sin logro alguno. Asumirá Gustavo Bolívar, quien seguramente escribirá una nueva fantasiosa novela de su gestión. La espina vertebral de Planeación Nacional, la brújula que debe guiar el derrotero gubernamental, ha sido entregada al sindicalista Alexander López, exitoso congresista, pero de nula experiencia administrativa. El Ministerio de Relaciones Exteriores, ante la suspensión provisional de su titular, ha sido encomendada al embajador Murillo, quien, ante la posibilidad de ser candidato presidencial sucesor, no tomará decisiones estructurales, como ya demostró, haciéndose a un lado, frente al espinoso tema de la licitación de pasaportes.
Ecopetrol, gerenciada por el cuestionado gerente de la campaña presidencial, registró el peor año de las últimas décadas con una disminución del 43% en sus utilidades, consecuentemente debilitando la cotización de la acción. Situación replicada en el sector productivo nacional arrojando menguados registros de crecimiento económico. El ministro de Hacienda intentó burlar la ley estatutaria de presupuesto, mediante inconstitucional decreto, modificando partidas de vigencias futuras, desfinanciando obras de infraestructura, en vez de exigir cumplimiento de compromisos contractuales. El ministro de Salud, cada vez más alejado del sector, cazando peleas, a diestra y siniestra, contra quienes se oponen a una reforma sin sustento, situación repitente en el ideologizado ministerio de Trabajo, de cara a las reformas pensional y laboral en curso en el Congreso.
En todas y cada una de las precipitadas actuaciones, la institucionalidad del país ha mostrado firmeza con el ordenamiento jurídico del estado de derecho que nos rige. Sin embargo, la funesta reacción del gobierno es intimidar el equilibrio e independencia de poderes, lo cual ha debilitado el gobierno y fortalecido el mandato constitucional. No solamente ha sido beligerante con el poder judicial, sino amenazante con el legislativo, en caso de no aprobar las infundadas reformas presentadas.
La lucha contra la corrupción, bandera inequívoca de la campaña presidencial, ha sido pisoteada por el escandalo mas protuberante de compra de los carros tanques en satisfacer la necesidad poblacional de agua en la Guajira, con sobrecosto superior a $ 20 mil millones. Fue tan obvio y flagrante el insuceso que el mismo gobierno implosionó ordenando apertura penal de lo actuado ante organismo competente, dirigido tras bambalinas por siniestro legislador antioqueño.
Situaciones similares de excesivo desbordamiento del gasto público, nombramientos sin el lleno de requisitos legales, compra de tierras, entre otras, se repiten continuamente ante la desidia del electorado que eligió al presidente y el puñado de partidos que lo acompañan.
Por estos hechos se ha convocado a una marcha pacífica el próximo seis de marzo. Es una demostración de solidaridad con la institucionalidad del país. Es un llamado de atención del constituyente primario ante un gobierno colmado de errores conceptuales, ideológicos y administrativos que intentan sofocar el desarrollo armónico de la nación.
Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.