A medida que se acerca el Día Internacional de la Mujer, que se celebra hoy 8 de marzo, el mundo se llena de reflexiones, manifestaciones y conmemoraciones. Este día, que surgió como un llamado a la igualdad y a la justicia social, nos ofrece la oportunidad de honrar a todas las mujeres que, a lo largo de la historia y en la actualidad, han luchado y continúan luchando por sus derechos y por un futuro más equitativo.
Sin embargo, en lugar de centrarnos únicamente en las luchas y las dificultades que enfrentan, hoy quiero rendir un homenaje especial a la “Mujer Empoderada”. A esa mujer que con la fe puesta en Dios, cree que siempre habrá un mejor mañana, confiada en el amor y la espiritualidad, a esa mujer que con determinación y valentía, logra superar obstáculos y convertirse en un faro de inspiración para otras…!
El empoderamiento femenino no es solo un concepto, es una “tendencia” que busca garantizar que todas las mujeres tengan acceso a las mismas oportunidades, recursos y derechos que los hombres. En este contexto, la mujer empoderada se convierte en una figura clave. Ya sea en el ámbito profesional, académico, artístico, familiar, o en el rol que desempeñe, estas mujeres son pioneras que desafían estereotipos y rompen barreras.
El empoderamiento no se limita a grandes hazañas, o a “facturar” vertiginosamente; también se manifiesta en acciones cotidianas. La madre que equilibra trabajo y familia, la emprendedora que lanza su propio negocio, la mujer campesina que madruga a trabajar, la estudiante que defiende su derecho a la educación o la activista que aboga por cambios en un gobierno y sociedad injusta y así sucesivamente, son ejemplos de mujeres empoderadas que, a través de sus acciones diarias, contribuyen a un cambio significativo. El empoderamiento no se trata únicamente de adquirir habilidades o recursos económicos o ser aparentemente “exitosa”; también implica desarrollar una sensibilidad hacia las necesidades de los demás. El empoderamiento femenino no es un destino, es un viaje, cada paso que damos hacia la igualdad, es un gran avance orientado a un futuro más brillante de gran beneficio colectivo.
La mujer es un agente de cambio y una fuente de fortaleza en la sociedad. Su historia, sus luchas y sus logros, son un testimonio de la resiliencia humana y de la capacidad de transformación social. Cada mujer es única, especial y distinta, con su propia historia, hábitos y perspectivas, lo que contribuye a la riqueza de la experiencia humana, factores que la hacen ser quien es. Las mujeres son un testimonio de la fuerza del espíritu humano. Su capacidad para enfrentar adversidades y luchar por un futuro mejor, es un recordatorio de que, aunque los desafíos pueden ser brutalmente dolorosos, inentendibles, grandes, la valentía y la determinación pueden llevarnos a lugares inimaginables. Elogiar y apoyar a las mujeres firmes, fuertes, verracas, es esencial para construir sociedades más justas e igualitarias, donde cada mujer pueda ser dueña de su destino y escribir su propia historia.
Pero…Y ¿Qué las hace distintas, únicas e irrepetibles?
La forma en que enfrentan las adversidades, las vivencias, retos y logros que han encontrado a lo largo de su vida la moldean y le dan una perspectiva única del mundo. La capacidad de conectar emocionalmente con los demás, su sensibilidad y forma de apoyar a quienes la rodean, la pasión con que realizan cada tarea, cada acto, la cultura, la familia y el entorno en el que ha crecido, influyen brutalmente en su forma de ver la vida, en su identidad y el trato hacia los demás; la manera en que una mujer se expresa, sus intereses, valores y creencias, así como su sentido del humor o su mal humor, el modo de relacionarse con los demás, son aspectos que la hacen única. En realidad lo que hace especial a una mujer es la combinación de su personalidad, experiencias, habilidades, valores, y la capacidad que tiene de interactuar con el entorno social y familiar, esa contagiosa energía que la hace brillar con luz propia.
Cada mujer debe abrazar su individualidad y estar orgullosa de quién es, de sus logros, sus triunfos y también de sus derrotas como aprendizaje y que la hacen más fuerte. En un mundo que a menudo presiona a las mujeres a buscar los equivocados y supuestos “estándares” específicos de belleza, moda y comportamientos, (y aquí no se trata de alta, baja, flaca, gorda, blanca, negra, etc), que terminan por rayar con la verdad, confundiendo lo real y valioso como es su esencia, con lo banal y mal llamada apariencia. Esa personalidad arrolladora y la energía brutalmente contagiosa, son indudablemente el atractivo más poderoso que cualquier mujer pueda poseer. La mujer empoderada no es la que tiene o necesita de “amigas” que le cuiden la espalda, no, es la mujer capaz de transmitir individualmente el suficiente poder con su inteligencia y autenticidad, sonrisa amable; en algunos casos, creando un ambiente de recelo y envidia, que no es por lo que se tenga material, sino por quién eres y proyectas, en pocas palabras por ser “irresistiblemente encantadora”.
La mujer, en su papel como madre, hermana, hija y figura central del hogar, desempeña un rol crucial en la construcción de sociedades más justas, equitativas y sensibles. El empoderamiento no se mide por facturar, se mide por ser la mujer como tal, una maravillosa creación con enorme sensibilidad. Este enfoque sensible es vital en la construcción de relaciones saludables y en la creación de entornos donde todos se sientan valorados. Es esencial promover la educación y el acceso a recursos que fortalezcan tanto su autonomía económica como su bienestar emocional. Programas que ofrezcan, manejo de conflictos y liderazgo, son fundamentales para desarrollar la sensibilidad y la capacidad de las mujeres para influir positivamente en la sociedad.
De algo estoy absolutamente convencida, el dominio que ejerce una mujer sobre un hombre, es indiscutiblemente poderoso, que en manos de una mujer equilibrada y emocionalmente estable, puede convertirse para bien o para mal.
Queridas Mujeres, hoy 8 de marzo día conmemorativo, (y los 364 días restantes) alcemos nuestras voces en honor a la mujer empoderada. Recordemos y honremos sus logros, su resiliencia y su capacidad para inspirar a las generaciones futuras.
Que este día no solo sea una reflexión sobre lo que aún debemos lograr, sino también una celebración de la fuerza y el poder de todas las mujeres que, con su ejemplo, nos muestran que el empoderamiento es, ante todo, una cuestión de posibilidades. Así, sigamos avanzando, apoyándonos unas a otras, y construyendo un mundo donde cada mujer pueda ser la protagonista de su propia historia.
Entonces…¿Cuáles son las acciones concretas que podemos llevar a cabo en nuestra vida diaria para fomentar el empoderamiento de las mujeres, y garantizar que el Día Internacional de la Mujer no sea solo una conmemoración, sino un compromiso activo hacia la igualdad de género?
Habrá que seguir con la lupa puesta..!
Comunicadora y Periodista - [email protected]