Hasta inicios del siglo XX la arquitectura era un oficio que se aprendía trabajando con maestros que la practicaban; a mediados del siglo ya había ingenieros-arquitectos; y a finales ya era una profesión que enseñan en las universidades profesores que poco la practican; y ya en la tercera década del siglo XXI, la arquitectura debería ser enseñada en la universidades pero luego aprendida en pasantías con arquitectos que la practican; y deberá ser regenerativa, sostenible y urbana, y no especular con ella sin los conocimientos suficientes; Y en los últimos años cada vez hay más ejemplos, especialmente casas convertidas en edificios de apartamentos.
Una arquitectura regenerativa, como la llamó el arquitecto Bill Reed en Estados Unidos; una que sea proyectada a partir de lo que ya hay en el lote: relieve, clima, vegetación, e infraestructura de servicios públicos, y utilizando lo construido en el, si lo hay, y no demolerlo ignorando su posible carácter de patrimonio cultural (en la medida que sea) y el capital, mano de obra, energía y agua invertidos, y los materiales, componentes y elementos que pueden ser reutilizados. Además, se lograrían nuevas formas que recuerden las viejas, evitando el cambio exagerado de la imagen existente de la calle en la que el nuevo edificio estará emplazado.
Una arquitectura sostenible cuya construcción demande preferencialmente materiales, componentes y elementos, cuya producción y transporte implique menor consumo de agua y energía- Y en la medida de que contribuya a disminuir el consumo de agua, gas o energía en las casas y edificios, y que estos cuenten con paneles solares en sus cubiertas, y se utilice el agua de las lluvias y la utilizada en duchas y lavamanos, no contaminadas, para lavar los inodoros; y con todas las aguas utilizadas, ya juntas, se muevan en la parte más baja de los edificios pequeñas hidroeléctricas para la iluminación de algunos espacios comunes.
Una arquitectura urbana al considerar que ahora la gran mayoría de las nuevas construcciones se realizan en las ciudades; una que evite el cambio exagerado de la imagen existente a lo largo de la calle en la que la nueva casa o edificio estarán emplazados, especialmente en el costado en que estarán y sobre todo con sus vecinos inmediatos a los dos lados, contribuyendo a completar y mejorara una fachada urbana ya existente, y no solo ocuparse de la arquitectónica de la nueva construcción. Igualmente cerciorarse de que sus nuevos usos y sus nuevas densidades, si los hay, no interfieran negativamente con los ya existentes allí.
En consecuencia, la enseñanza de la arquitectura en pregrado, la que se debe diversificar en varios programas (arquitectura, urbanismo, paisajismo, diseño y construcción) debe continuar en la universidades, pero por parte de profesores que la investiguen, teoricen y actualicen su historia y relacionen esta con la geografía de cada sitio; y luego aprendida en pasantías con arquitectos que la practican para obtener un doctorado. Y su práctica debe cambiar buscando que se reduzca a los arquitectos con doctorado, a los que se les haya enseñado la profesión en las universidades y aprendido el oficio trabajando con arquitectos reconocidos.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.