Las muchas nuevas ciudades españolas en el Nuevo Mundo fueron trazadas en forma de damero a partir de grandes manzanas cuadradas dejando en su centro una libre destinada a su Plaza Mayor, y así obtener fácilmente un loteo equitativo para repartirlo entre los conquistadores; y en las que las siguieron se hizo lo mismo. Trazado ortogonal que en Cali – el que les quedó torcido- se extendió a sus primeros ensanches a lo largo de la margen derecha del río Cali, por eso llamado “el río de la ciudad”. Pero cuando Cali se pasó al otro lado del río la topografía no permitió seguir debidamente el trazado ortogonal de la ciudad colonial.
Luego Cali se extendió mucho más, y tanto al norte como al sur mediante barrios con su propio diseño vial en los que primó el nuevo negocio de la propiedad privada del suelo urbanizable, a lo que se sumaron las invasiones de las faldas de la cordillera, lo que llevó al trazado parcial y arbitrario de sus vías, este a su desorden, y este a su confusión. Que es lo justamente lo que continua sucediendo cada vez más desde que la ciudad se extendió rápidamente a lo largo del siglo XX, al punto de que ya en la tercera década del XXI cuenta con cerca de tres millones de habitantes en su área metropolitana de hecho por la que muchos circulan diariamente.

Pero mientras no queden en claro las leyes y normas que regulan la propiedad privada de las edificaciones, lotes y suelos urbanizables, se oficialice el área metropolitana, y se proceda a continuación a elaborar un plan de ordenamiento del territorio, POT, a largo plazo, que defina al mismo tiempo los usos del suelo en los diferentes niveles de las edificaciones y regularice su trazado urbano, no serán posibles verdaderas soluciones a fondo, y se continuaran las “soluciones” puntuales, las que la mayoría de la veces solo aumentaran el caos urbano arquitectónico que actualmente caracteriza a Cali y colabora al mal comportamiento de sus ciudadanos.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.