Por supuesto este nuevo paisajismo tendría que estar ligado desde el mismo inicio con la planificación del territorio, el urbanismo de las ciudades y la arquitectura de sus casas, edificios y demás construcciones, como con el diseño de alcorques y materas; y no como asuntos independientes y que se agregan después y cada uno por su lado. Debe apoyarse tanto en la jardinería tradicional (jardinería se decía antes y no paisajismo) como en la agricultura moderna, que procura mayor producción sin aumentar el área cultivada, en el sentido de que su efectividad ambiental y estética debe importar más que apenas su sola cantidad.

              La planificación del territorio debería incluir el paisajismo regenerativo de los parques naturales más expuestos a la vista de las ciudades, lo que los hace menos “naturales” ya que intervienen más en el medio ambiente de ellas y en sus paisajes “urbanos”, y no limitarse apenas a su debida protección. Especialmente en las ciudades andinas al lado de altas cordilleras, en las que así pasan a ser parte definitiva de su imagen urbana, como claramente sucede en Bogotá o en Cali, por ejemplo, y que el urbanismo “moderno” ignoró totalmente, y que aún se permiten en sus laderas edificios altos, uno al lado del otro, tapando vistas y brisas.

En las ciudades mismas, el paisajismo regenerativo incluye la arborización de los andenes de sus calles y avenidas, y de los separadores de estas, así como el de sus parques y zonas verdes además de sus arbustos y matas, como también el de sus huertos comunales para que sean bellos a la vista y no monótonos. Y este tipo de paisajismo sería clave en la reinterpretación del carácter original de las plazas coloniales que se convirtieron en parques, como tantas en Colombia, conservando sólo su arborización con alcorques y dotándolas de suelos caminables y un área totalmente despejada enfrente de los atrios de sus catedrales.

Por su parte, toda arquitectura también debería incluir desde su inicio un paisajismo regenerativo para los antejardines, jardines, patios, solares, huertos caseros, balcones, terrazas y azoteas, tanto de las casas como de los edificios; lo que raramente se considera y no se ve como parte del programa respectivo ni mucho menos de su presupuesto. Como igual sucede con el mobiliario, queda para después y en manos de sus propietarios, ignorando que lo que se aprecia desde la calle es una imagen pública, y que al igual que las fachadas principales y a la vista debe estar sujeta a normas, aunque éstas sean generales.

Para concluir, hay que recordar que la jardinería tradicional, base del paisajismo regenerativo, es el arte, técnica y práctica de cultivar jardines, tanto en un espacio abierto como en uno cerrado: árboles, palmas, flores, hortalizas o verduras, ya sea por estética, por gusto o para la alimentación. Y que aquel debe tomar de la agricultura moderna el riego por goteo, a base principalmente del agua de la lluvia; el control de las plagas; y el uso de los abonos orgánicos, a los que se agregaría la composta casera a partir de los desperdicios que generan las viviendas; seria generar un mejor medio ambiente y producir más belleza, tanto en las viviendas y las ciudades como en su entorno inmediato.

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.