El desastre que se pronosticó en un gobierno de Gustavo Petro nunca llegó, como tampoco la panacea que él le ofreció a los colombianos. En otras palabras, al 7 de agosto del 2024, el gobierno no es tan bueno como él cree, ni tan malo como lo proyectan los grandes empresarios.
Es increíble que no puedan entender que la economía colombiana es tercermundista, con un PIB per cápita menor a 6 mil dólares, al año 2023, donde las necesidades básicas insatisfechas son muy altas. Que un país con los peores indicadores de violencia, de educación, informalidad y desempleo, requería un ajuste radical. Pero eso nunca le ha sonado bien al establecimiento económico colombiano.
El primer error del gobierno, no entender que la democracia colombiana se divide en tres poderes, totalmente independientes, y que él ganó solamente uno: el Ejecutivo. En el Legislativo, logró solo el 20% del Senado, incluso menos en la Cámara Baja. En consecuencia, debe generar una moderación en su plan de gobierno. Y el segundo primer error fue no haber arrancado con el mayor mal de Colombia, que es el manejo político de la administración pública y la excesiva corrupción: requería una reforma política de fondo y se dedicó a sacar algo de forma, sin ningún contenido.
En el tema ambiental, el Presidente de la República ha tenido razón y la tiene, pero no para darle ejemplo al mundo sino para desarrollar un control ambiental escalonado a través del tiempo. Si es que Europa y EEUU no dejan de explotar petróleo, ni carbón, ni gas, etc. Colombia podría fijarse unas metas de largo plazo, y no como se ha querido: abruptamente. Eso ha afectado la inversión extranjera y la dinámica privada.
Lo que ha sido el proceso de reindustrialización y de economía popular, siendo esta tan importante, aún no ha calado en los sectores medios ni bajos de la economía.
Las metas en el sector agropecuario van avanzando, el proceso de compra de tierras, si bien es cierto no se han cumplido los grandes objetivos, hay un desarrollo dinámico interesante. En comercio, las cifras sí son deprimentes y esto tiene que ver con muchísimos factores. El manejo que ha hecho de la economía colombiana la junta directiva del Banco de la República, que preside el Ministro de Hacienda, ha sido acertado, porque el dólar no se ha disparado, como lo pronosticaban los enemigos de Petro, y se ha controlado la inflación, que es el impuesto más alto para los pobres.
En el tema de la salud, no se ha podido concertar algo importante para el país, tampoco en educación, siendo esta la cenicienta del Estado colombiano. La reforma pensional, si bien salió del Congreso y fue sancionada, tiene grandes amenazas por la manera como se aprobó.
En servicio exterior, el Presidente tiene fama de ser un intelectual de izquierda radical, con discursos en el extranjero, muy poéticos, sobre las galaxias. En el fondo, se le respeta por su alto contenido profesional y se le macartiza por ser un radical de izquierda.
El servicio exterior volvió a ser más de lo mismo, para pagar favores políticos.
Con el tema de la paz total, la situación es delicada: ese volumen tan grande de movimientos alzados en armas se han potenciado en este gobierno. Esto gracias a la oferta que nació en la campaña presidencial. Pero hasta ahora no se observa ninguna solución real, con muchas contradicciones entre los mismos movimientos paramilitares y guerrilleros y del gobierno.
El acento social del gobierno, expresado en su plan de desarrollo y en el accionar permanente del mismo, ha sido muy importante para el desarrollo de estos dos años de gobierno.
Las encuestas no mienten y han generado resultados, a mitad de su gobierno, que no son favorables. Se podría decir que el 70% de los colombianos no tiene buena imagen del gobierno y el 30% sí.
La situación del manejo con Venezuela, tan reciente en este mes de julio-agosto del 2024, indudablemente fue un robo descarado del gobierno Maduro. Al Presidente le ha faltado claridad, como sí lo ha tenido el Presidente chileno, Gabriel Boric, quien se ha expresado de una manera diferente. Definitivamente, el cono sur tiene un desarrollo diferente al colombiano, donde hay una influencia mayor en la cultura de otros países diferentes a la española. Presidente, el 7 de agosto lo espera, porque rectificar es revolucionario.