Para el equipamiento (estaciones y paradas del transporte público, colores de los vehículos, puestos de policía y vigilancia), mobiliario (bancas, bebederos, basureros, depósitos de basuras, estacionamientos de bicicletas y patinetas) y de su señalización (nomenclatura, señales de tránsito, demarcación de vías, placas de información) que sean adecuados, ajustables, antideterioro, agradables y armónicos; y que son objetos de producción en serie que contribuirán a la imagen de los diferentes espacios urbanos públicos de la ciudad.
 Adecuado: que considere las distintas personas que van a utilizar el objeto a diseñar, sus diferentes necesidades y condiciones, y los diversos momentos y lugares en que lo harán, y que este lo será también por parte de niños, gentes en sillas de ruedas, con coches de niños o paquetes, y personas con problemas de movilidad. Que hay que facilitar lo más posible el uso de dicho equipamiento, mobiliario y señalización urbanos, por todos los habitantes de la ciudad, contribuyendo a su integración en ella en tanto nuevos urbanitas.
Ajustable: que el equipamiento y el mobiliario se puedan graduar, ampliar, dividir, almacenar o cambiar de lugar cuando sea lo indicado; que también se puedan mejorar o modificar por partes,  que faciliten su limpieza, mantenimiento periódico y reparación ocasional, o su sustitución. Que se puedan fabricar en serie y sean reciclables cuando ya no se necesiten, para que con sus materiales, componentes o partes poder proceder a fabricar nuevos equipamientos y mobiliarios, o incluso otro tipo de construcciones.

Antideterioro: que sean resistentes a las lluvias, los vientos, el sol, los sismos y el maltrato, y que sean antivandalismo y no faciliten su destrucción ya sea ésta accidental o violenta, ni que imprudentemente la inciten por su aspecto provocador o su frágil construcción a la vista. Que sean modulares, sencillos, económicos y similares, pero siempre considerando que deben permanecer en uso en la ciudad por el mayor tiempo posible y con las mínimas modificaciones, y solamente cuando sean convenientes o inevitables.

Agradable: que sean objetos urbanos fácilmente visibles e identificables, que produzcan una grata complacencia a la mayoría de los habitantes de la ciudad al verlos de lejos o de cerca, y especialmente al utilizarlos, pero que tengan aspectos que los relacionen con la imagen colectiva de cada sector de la misma. Entender que forman parte de la ornamentación de los espacios urbanos públicos, y sean comprensibles por locales y visitantes a partir de imágenes, símbolos, caligrafía y palabras que sean comunes.

Armónico: que el equipamiento y el mobiliario urbanos lo sean en sus materiales, componentes, piezas, partes y construcción; que no sean ajenos a su entorno inmediato pero tampoco a la ciudad como un todo, y que la complementen discretamente, y al mismo tiempo identifique el lugar en que se encuentran emplazados. De ahí la pertinencia de su adecuado, acertado y correcto diseño integral, a partir de dichas pautas comunes, y con una visión holística, contribuyendo a la calidad de vida de todos los ciudadanos.

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.