Es sabido que el desarrollo social y económico de un país se basa en la calidad de su educación y en la formación de investigadores en los distintos campos de la actividad humana.
Para abandonar el subdesarrollo y mejorar los niveles culturales y económicos de una creciente población, que en muchas regiones tiene problemas de alimentación, agua potable y suministro eléctrico, es esencial la educación que luego se transforme en emprendimientos y actividades productivas.
Debemos volver a la formación en las buenas costumbres que se inicie desde la casa y en los colegios no solo se enseñe a leer y escribir, es fundamental formar a la juventud en los deberes y responsabilidades como miembros de la sociedad. A principios del Siglo XX en las escuelas de Santiago de Cali era texto de estudio la Urbanidad de Carreño, un libro que habla inicialmente de los deberes para con Dios, con la patria, consigo mismo y con nuestros semejantes y luego sobre las normas del comportamiento amable y cordial, o sea las buenas maneras en el trato social. Es urgente que el nuevo Ministro de Educación lo estudie cuidadosamente antes de posesionarse.
Para dar valor agregado a nuestros productos primarios de exportación o crear otros, es fundamental la tecnología y la formación de los jóvenes en temas estratégicos para el desarrollo de las empresas. Solo dejando de cambiar productos de escaso valor en el mercado internacional por productos costosos en dólares abandonaremos el subdesarrollo. Con un dólar a 4 pesos colombianos, cuantas libras de café, azúcar o piñas se necesitan para adquirir un celular, un computador, un automóvil, para no mencionar el costo de la maquinaria industrial.
Reiteramos que sin educación y formación en la responsabilidad social es imposible abandonar el subdesarrollo y menos cuando el país tiene un total desgobierno que además de anarquizarlo premia a los bandidos coqueros, a los deshonestos e ignorantes y groseros como el nuevo Ministro de Educación. Si seguimos como vamos, el futuro cada día es más oscuro.