A raíz de la reforma pensional que actualmente se tramite en el Congreso, un amigo me relató con lujo de detalles, su propio viacrucis ante Colpensiones para lograr la justa pensión, que por años cotizó. 

Empezó cotizando a los 25 años en Colpensiones durante veinte años sin interrupción alguna. A raíz de la creación de los fondos privados se trasladó, bajo la premisa que Colpensiones trasladaría el valor del bono pensional, y así incrementar el valor ahorrado con los rendimientos generados en el fondo privado. Durante los próximos quince años, pese a numerosas solicitudes dicho valor nunca fue abonado. Colpensiones siempre argumentó que tan solo trasladaría el valor del bono pensional cuando cumpliera la edad de retiro. 

En un momento dado acudió al fondo privado solicitando la posibilidad de un retiro temprano. Sin embargo, el fondo no accedió a su petición, enfáticamente manifestando, que el debia esperar hasta haber cumplido sesenta y dos años. 

En el transcurso del tiempo, y a la espera de cumplir esa edad, un antiguo compañero de trabajo le comentó que existía la posibilidad de trasladarse nuevamente a Colpensiones. Su amigo Diego había sido aceptado, en virtud de tener las semanas correspondientes a los veinte años cotizados bajo el antiguo régimen del Seguro Social.

Mi amigo tramitó la solicitud, la cual se demoró dos años, pero finalmente fue aceptada, y diligentemente el fondo privado trasladó el ahorro y sus respectivos rendimientos. Como había esperado cumplir sesenta y dos años, tuvo la oportunidad de solicitar a Colpensiones se le concediera el reconocimiento. No obstante haber cumplido todos los requisitos, Colpensiones tan solo reconoció la pensión a partir de ese momento, obviando reconocer los dos años entre los sesenta y sesenta y dos. Acudió judicialmente, presentando sendas demandas. Después de dos años el juzgado obligó a Colpensiones el reconocimiento y la retroactividad acompañada de la correspondiente reliquidación.

Como no aparecían treinta semanas aportadas en su historia laboral empezó el engorroso tramite de ese remoto reconocimiento. La entidad financiera responsable de los aportes había liquidado su operación en Colombia siendo adquirida por otra entidad financiera internacional. Iniciando la indagación la contestación irresponsable de la entidad fue ignorar la petición en razón a que tan solo tenían archivos de los últimos diez años. En los archivos del Seguro Social (en liquidación) también cándidamente contestaron que dichos documentos, como cientos de miles de archivos, se habían extraviado. El estado, el único atribuible de semejante error, siempre evadió su responsabilidad, pese a los múltiples mandatos de autoridades judiciales.  

Por diez años presentó derechos de petición, demandas, y tutelas, dirigidas tanto a los liquidadores del antiguo Seguro Social, a Colpensiones, como a la entidad financiera que en la actualidad había adquirido la liquidad entidad responsable del aporte extraviado. Finalmente logró, al cabo de una década, el reconocimiento, mediante un actualizado calculo actuarial, y la respectiva consignación, generada por la entidad financiera, a Colpensiones de los valores negligente e irresponsablemente refundidos.  

Sin embargo, su interminable lucha continuará. ¿Quién sabe cuantos años más tardará, para que su historia laboral sea corregida y se otorgue el reconocimiento retroactivo, debidamente liquidado de 40 años de aportes? Y como bien me lo dice el amigo; Ojalá cuando se haga justicia con lo que aporté diligentemente tenga vida y salud para disfrutarlo. 

No quiero imaginar después de escuchar la detallada crónica que le ha ocurrido a un pensionado con la actual Colpensiones, la cual precariamente logra atender seis millones de usuarios, lo que pasará cuando asuma dieciocho nuevos millones  usuarios, pretendidos en la reforma pensional.  

“Del afán solo queda el cansancio” es el respetuoso llamado a quienes en la Cámara de Representantes legislarán el futuro de millones de cotizantes. El gobierno de la improvisación está dejando nudos gordianos en todas las entidades que toca, no permitan se teja otro. 

Guillermo E. Ulloa Tenorio

Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.