Son al menos cinco los aspectos los que contribuyen al mal funcionamiento del tránsito en Cali: la carencia de un acertado plan vial; la ignorancia de las normas por parte de los conductores; el mal comportamiento de los peatones; el deficiente control por parte de las autoridades; y el muy rápido crecimiento del parque automotor. Problemas cuya solución hay que acometer al mismo tiempo y de manera integrada en tanto movilidad en la ciudad y el uso del suelo en ella.

              Cali carece de un plan vial para su área metropolitana, la que debe ser oficializada, que incluya la correcta demarcación y señalización de todas las vías, actualmente incompleta, equivocada, contradictoria o inexistente en muchas. Y que se recupere la nomenclatura oficial de la ciudad, la que en muchas partes ha desaparecido del todo obligando a los conductores a detenerse buscándola o tratando orientarse, y por tanto interrumpiendo el flujo de las vías.

              El desconocimiento de muchas normas de tránsito por parte de los conductores de carros, motos y bicicletas es generalizado, algunas que son pertinentes aquí no existen, o se las interpretan a conveniencia o simplemente no se respetan, a lo que contribuye el caos vial existente. Normas algunas de ellas obsoletas o contradictorias, a las que se suma la falta de un comportamiento ciudadano, propio de urbanitas, respecto al cómo se debe conducir o caminar en una ciudad.

              El mal comportamiento de los peatones es general y debido primero que todo a la carencia en Cali de andenes adecuados, o que son invadidos por los carros o cafeterías o restaurantes o como sitios de trabajo al aire libre, obligando a los peatones a circular por las calzadas. El resultado es que muchas calles barriales se han convertido en una caótica confusión de andenes y calzadas y no propiciando su clara diferencia y en consecuencia su mejor y más eficiente uso.

              El control del tránsito de vehículos y peatones por parte de las autoridades es en esta ciudad muy deficiente debido a la evidente insuficiencia de agentes de tránsito y a que la Policía Nacional no colabora en este aspecto pues, al contrario de cómo funciona en muchas otras partes, no está dentro de sus funciones; y aquí son sobornados o incluso agredidos. Por otro lado, sus sugerencias de primera mano para mejorar el tránsito en la ciudad deberían ser tenidas en cuenta.

              Finalmente, el muy rápido crecimiento del parque automotor en Cali, principalmente el de motocicletas, que se da en la medida en que crece su población y el poder adquisitivo de sus clases medias. Y, por otra parte, la equivocada implementación del MIO, en varios aspectos, contribuye al uso de medios de transporte privados e individuales, al no ser concebido como parte de un pertinente sistema de transporte público colectivo, multimodal e integrado, y metropolitano.

              La solución del tránsito en Cali es un plan vial a partir de los nuevos ejes urbano regionales ya propuestos; la educación de los conductores respecto a las normas; la de los peatones y su comportamiento en las calles; garantizar un eficiente control por parte de las autoridades mediante una Policía Municipal; y disminuir la circulación diaria de carros consolidando ciudades dentro de la ciudad a las que se pueda ir a sus subcentralidades en bicicleta o caminando.

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.