Se trata de ese ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión, y que es un espacio comprendido dentro de límites determinados (DLE); justamente los espacios que crea la arquitectura de casas y edificios en las ciudades, en los que afuera está lo público y adentro lo privado. Y de ahí la importancia ineludible de los vanos que los comunican y generan emociones: puertas y ventanas, y espacios intermedios: balcones, terrazas y azoteas y combinaciones.
Las puertas de entrada a casas o edificios permiten pasar de la ciudad a su interior, y de este salir a la ciudad, y en los edificios permiten mirar adentro a un área común por lo que no generan problemas de privacidad. Que se las llame de entrada y no de salida, deja en claro la importancia de la ciudad, de la que casas y edificios forman parte y no lo contrario; y en los edificios de apartamentos siguen siendo en estos puertas de entrada con las misma implicaciones ahora con el edificio.
En las ciudades, las ventanas permiten mirar lo que está al otro costado de la calle, y si se puede sacar la cabeza se puede mirar la calle a su largo en los dos sentidos, es decir a la ciudad; o pueden tener al frente una plaza, un parque o una zona verde, pero también a los paisajes cercanos o lejanos. Y si son ventanas retrocedidas y con una baranda a ras de la fachada, ya son como unos pequeños balcones que mucho contribuyen a la privacidad de su respectivo espacio interior inmediato.
Los balcones, propiamente dichos, sean estos cubiertos o descubiertos, ya son un espacio intermedio que permite estar afuera o adentro dependiendo de a que lado se mire, y consienten mucho mejores vistas al exterior que las ventanas. Pero solo deben ser estrechos si son solo para mirar, o de lo contrario deben ser suficientemente profundos para poder poner allí una mesa con varias sillas y también guindar una sabrosa hamaca, logrando la casi total privacidad a su espacio interior inmediato.
Las terrazas asimismo son un espacio intermedio pero exterior y descubierto y con matas, por lo que permiten más vistas al exterior que los balcones o las ventanas, y son entonces como una muy pequeña plazoleta privada. Además su suelo duro las vuelve también parte del espacio interior inmediato, al que brindan privacidad mas no tanta como los balcones, o entonces deben ser la prolongación al exterior de uno de estos, conformando entonces un muy sabroso espacio privado.
Las azoteas ya son como suelos urbanos volando en lo más alto de casas o edificios y hay que ponerles pérgolas, matas, huertos caseros, muebles y hamacas para aterrizarlas, quedando, en el trópico caliente o templado, al atardecer y al inicio de la noche, y si no llueve, como una segunda muy sabrosa casa. Su privacidad depende de que no existan edificios mas altos y cercanos que puedan espiarlas y, contando solo con el cielo arriba, e ignorando drones, aviones y satélites, ver solo las bellas estrellas.
En conclusión, una casa emocionante debe contar, además de puertas y ventanas, con balcones, terrazas y ojala una azotea; y un apartamento al menos con balcones profundos, y los de los últimos pisos deben ser como las buenas casas: emocionantes. Viviendas, ámbito de la vida privada, que tienen derecho a protegerse de las intromisiones, para lo cual es imprescindible contemplar en su proyecto lo dicho en los párrafos anteriores de sus vanos y espacios intermedios entre la ciudad y ellas.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.