Equívoco es el tomar desacertadamente algo por cierto o adecuado, ya sea porque se asemeja mucho y parece lo mismo (que es como lo define el DLE) o, cabe agregar, que se lo hace parecer lo mismo a propósito, corrupción de por medio casi siempre, lo que suele ser muy frecuente en Cali: como por ejemplo:
Confundir el Departamento del Valle del Cauca, un dato histórico, con la región del valle del río Cauca, un dato geográfico.
Confundir el área metropolitana de Cali, entre el río Cauca y la Cordillera Occidental, con la subregión de ciudades del sur del Departamento.
Confundir el Centro Fundacional de la ciudad, alrededor de la Plaza de Cayzedo, con su Centro Histórico y no incluir a San Antonio, San Cayetano y El Peñón.
La planificación de la ciudad a largo plazo no existe y se la confunde con planes parciales que además no se cumplen.
La nomenclatura de la ciudad es confusa y cada día desaparecen más las placas que indican los números de los predio y la denominación de las vías en su esquinas.
La señalización vial mucha es errada o contradictoria o no existe, y por lo tanto no es lo adecuado para una mejor movilidad en la ciudad.
La propiedad privada del suelo urbano para muchos no tiene obligaciones públicas y creen que pueden hacer en ella lo que sea sin pensar en sus vecinos.
Lo barato permanentemente se suele confundir en Cali con lo económico, y a su vez lo económico con lo adecuado.
El control para que se cumplan las normas no existe por parte de las Autoridades Municipales, las que confunden a propósito la ley con la leguleyada.
Los bellos y únicos paisajes naturales que rodean a Cali no se protegen, e ilegalmente se los confunden con el campo a explotar.
Muchos en Cali confunden la bulla con la alegría y no les importa el ruido ajeno que producen, acabando con la alegría de los otros.
No son pocos en la ciudad los que confunden la austeridad con pobreza, y creen que lo estrafalario los saca de la suya.
El patrimonio inmueble solo se lo considera en su valor cultural, ignorando su valor económico derivado de aquel.
En el proyecto del edificio del CAM, los funcionarios que disponen de ascensores privados (que confunden con elevadores políticos) que paran en cada piso, por lo que poco les importan que los destinados a los ciudadanos estos tengan que subir medio piso para tomarlos y luego, para ir a un despacho, bajar o subir otro medio piso; lo que contribuye a que poco les importen los equívocos mencionados arriba.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.