Es muy difícil impedir el desorden urbano, paisajístico y arquitectónico de Cali con tantas imprecisiones en sus datos y tantas confusiones en los conceptos, como los que se enumeran a continuación, y por supuesto se encontrarán muchos más. Y a todos se suma la falta de un control efectivo sobre el devenir de la ciudad y, peor aún, si es a partir de planes basados en datos equivocados, o incompletos e ideas contradictorias.

Población: no se sabe cuántos habitantes tiene realmente la ciudad, ni cuantos ha aumentado cada década, pues a los datos que proporcionan los censos sobre el área urbana del Municipio de Cali no se suman los de las áreas de la ciudad que están en otros municipios vecinos, ni tampoco la población flotante, ni la que llega periódicamente.

Área: se confunde el área urbana propiamente dicha de Cali con su área metropolitana, a esta con e hinterland de la ciudad (en el que su puerto sobre  pacífico poco cuenta), y este con la subregión de ciudades en que está ubicada Cali al sur del valle alto del río Cauca (que incluye parte de Risaralda y Cauca), y a este con el Departamento del Valle del Cauca.

Uso: en las normas vigentes actuales en Cali no se diferencia el uso de los primeros pisos de las edificaciones del de los sótanos, solares y pisos superiores, si los tienen, y se asume como único uso el que sea mayoritario, o se lo llama mixto sin especificar en que proporción están los principales, ni se verifica que los usos aprobados sean los reales.

Densidad: comúnmente en esta ciudad se la suele asociar más a la altura de las edificaciones que a la ocupación del lote respectivo, y la cantidad de espacios repetidos según cada uso de la edificación (en especial en el caso de viviendas) no se considera como un factor relevante de la densidad habitacional de los distintos sectores de la ciudad.

Propiedad: no se diferencia entre propiedad pública de uso público o restringido, ni entre propiedad privada de uso público o privado, en tanto los deberes y derechos que se den en cada caso, al punto de que se interviene en espacios públicos como si fueran privados (por ejemplo, en los andenes) y no se entiende que lo semipúblico no es igual a lo semiprivado.

Tiempo: los lapsos de corto, mediano y largo tiempo no están definidos y con frecuencia se traslapan, lo que dificulta el desarrollo armónico, pertinente y oportuno de los diferentes planos, y poder evidenciar las llamadas “acupunturas urbanas” entre tanto; no se entiende que el tiempo de las ciudades y el de sus habitantes es diferente, y que entre estos últimos también lo es.

Planeación: se realizan planes puntuales o parciales sin obedecer a un plan general a largo plazo, no se llevan a cabo evaluaciones una vez ejecutados, ni se hacen las actualizaciones pertinentes periódicamente; y la movilidad en la ciudad y los usos de sus edificaciones se ven separados y a veces son contradictorios. Es decir que no se planifica sobre lo planificado, sino que se pretende cambiar todo con cada nuevo gobierno, cada cuatro años. 

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.