A las tres Ps de Moisés Naím en, populismo, polarización y posverdad, con las que “se obtiene, se usa, se abusa y se pierde el poder en el siglo XXI” (La revancha de los poderosos, 2022) de las que ya se escribió aquí (Circo y enredos, 10/03/2022) se deben agregar dos: policorrupción y politiquería. Cinco Ps en contra de la democracia y la política; es decir, en contra de las ciudades, en las que ya habita más de la mitad de la población del mundo y en Colombia casi tres cuartas partes.
El populismo, con el que se pretende, con concesiones y halagos demagógicos, atraer a las clases populares de los países, es puesto en acción cíclicamente, y de diversas formas, en muchas de las propuestas de los malos gobernantes o, mucho peor, por las dictaduras auto elegidas para su continuidad. Populismo que socava las democracias, e impide el poder mejorar de verdad la calidad de vida en las ciudades, debido a que buena parte de sus muy recientes y muchos nuevos habitantes son inmigrantes del campo y víctimas fáciles de un populismo ramplón, que lleva a la polarización.
La polarización, que viene desde la antigüedad propiciada por el poder para los que creen y no piensan, lleva a que los objetivos de los politiqueros sean innecesariamente populistas, excluyentes y extremadamente miopes, desembocando en conclusiones incompatibles e intolerantes. Y que por añadidura que se aumente la burocracia para callar a los otros, y se pase de unos pocos partidos, que permitan el debate de las propuestas y llegar pronto a conclusiones realistas, a decenas de fingidos partiditos, uno por cada “posición” y caudillo, que no líder, sustentados todos en la posverdad.
La posverdad, producto de informaciones superficiales, falsas o no pertinentes, se transmite rápida e irresponsablemente por las redes sociales sin proceder antes a comprobarlas, alimentando las polarizaciones de los ciudadanos y el populismo de los politiqueros. Este proceder polarizante, mentiroso y populista, pervierte la política y dificulta mucho cualquier debate serio al respecto de ideas o alternativas, impidiendo ampliar los alcances y miras de las propuestas y proyectos; y finalmente lleva a una depravación a todos los niveles, los que sumados integran la policorrupción.
La policorrupción principia por los proyectos y contratos asignados a dedo por los diferentes autoridades nacionales, departamentales o municipales; la deshonestidad de los que se quedan con los impuestos que pagan sus clientes y los que los evaden corrupción de por medio; los sobornos de los particulares para evadir leyes y normas o evitar controles; y termina en la complicidad pagada o gratis de los que no denuncian las corrupciones, posverdades, polarizaciones y populismos, o no les importa lo que pasa con sus impuestos. Y la policorrupción y el robo son los sustentos de la politiquería.
La politiquería lleva a los ciudadanos a abstenerse en las elecciones en lugar de votar en blanco, y así rechazar a los politiqueros corruptos, mentirosos, polarizados y populistas. Los que por supuesto no permitirían el “voto por orden de preferencia” en el que los votantes ordenan sus opciones de mayor a menor, en vez de votar por uno, y a los que obtengan mayores votaciones se les suma la que lograron como segunda o tercera preferencia, y así ganará el que ha sido considerado por más votantes, que probablemente será menos corrupto, mentiroso, polarizado y demagógico.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.