Respecto al tema de la permanencia del hombre en la Tierra hay dos corrientes de pensamiento acerca de cual es o cual debe ser su comportamiento en esta. La primera, quizás la más antigua, la que predican los políticos y las escuelas de economía, que consideran que el crecimiento económico, con un mayor consumo, es desarrollo e incremento de la riqueza. La otra corriente predica que ese crecimiento no es posible al infinito, dado que los recursos del Planeta Tierra son finitos y que, si no se detiene el crecimiento poblacional y el del consumo, muy pronto se agotarán esos recursos. Hay pequeños avances en prácticas de economía circular en algunas empresas para reducir el empleo de nuevas materias primas, práctica que debe extenderse a un número mayor de industrias.
A lo anterior se agrega el calentamiento global, originado por los gases de efecto invernadero que se incrementan por el consumo de los productos que los producen y a lo cual se suman los desmontes de los bosques y selvas, que impiden el control de las lluvias en muchas regiones del mundo. Un caso de ello es la selva de la Amazonía (Colombia y Brasil) que regula las lluvias en la Cordillera Oriental de Colombia y hacia el sur del Continente en la Cordillera de los Andes.
Originado por el calentamiento global, estamos en un periodo de intensas lluvias, pero luego vendrá otro de grandes sequias y muchas regiones en el mundo tendrán graves problemas en el suministro de la bien escasa agua potable, pese a que la Tierra está cubierta en un 71% de agua salada.
Traigo nuevamente a colación este comentario para recordar que los vallecaucanos debemos exigir a la CVC que acometa cuanto antes la ejecución del Plan del Agua estudiado en 1990 para garantizar a la región y sus ciudades que no sufran graves problemas por falta de agua en un próximo futuro. Sería una gran labor de la Señora Gobernadora, que, como Presidente de su Junta Directiva, le exija esta vital tarea para la región. Ello sería para la CVC hacer algo más positivo que sus infantiles Cuentos Verdes, que bien poco aportan al urgente cuidado del medio ambiente.
No esperemos para llorar sobre le leche derramada como bien lo hizo la lechera al ver roto el cántaro que la portaba.
