En los últimos años, Colombia ha enfrentado un incremento en la intensidad y la frecuencia de eventos climáticos extremos, como lluvias intensas, sequías prolongadas, deslizamientos e inundaciones brutalmente alarmantes. Estos fenómenos representan una amenaza significativa para la seguridad, la economía y la biodiversidad del país. Por ello, es fundamental que tanto las instituciones como la población adopten estrategias para prepararse y afrontar de manera efectiva la adversidad derivada de los cambios climáticos.
El primer paso para prepararse frente a los cambios climáticos es comprender sus causas y efectos. La educación ambiental y la difusión de información sobre los diferentes fenómenos naturales, permiten a las comunidades identificar riesgos específicos en sus regiones y tomar decisiones informadas en prevención. Campañas educativas, programas escolares y en los medios de comunicación, son herramientas clave para sensibilizar a la población sobre la importancia de actuar con anticipación. Es vital que las ciudades y zonas rurales fortalezcan su infraestructura para resistir eventos climáticos extremos. Esto incluye mejorar los sistemas de drenaje para prevenir inundaciones, construir viviendas resistentes en zonas de riesgo, y diseñar planes de ordenamiento territorial que eviten asentamientos en áreas vulnerables, como laderas inestables o zonas inundables.
La implementación de sistemas de monitoreo y alerta temprana permite detectar eventos peligrosos con anticipación, brindando tiempo para realizar evacuaciones y activar planes de emergencia. Colombia cuenta con instituciones como el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales) que desarrollan pronósticos y alertas, pero es crucial que estas tecnologías sean accesibles y efectivas en todas las regiones.
Las comunidades deben ser protagonistas en la gestión del riesgo, en la ciudad, zona rural, comuna, barrio, conjunto residencial, condominio, deben existir programas de capacitación en emergencias, así como la creación de comités de gestión del riesgo, fortaleciendo la capacidad local para responder a eventos adversos. La participación activa fomenta la solidaridad y la organización, elementos esenciales para afrontar la adversidad, tener la capacidad en un momento dado, de brindar apoyo necesario ante una adversidad climática, es un tema muy importante que debe involucrar a toda la comunidad.
Pero ¿Por qué reaccionamos solo después de que ocurren las tragedias climáticas en Colombia?
Muchas veces no se percibe la gravedad de los riesgos climáticos o no se comprende completamente, cómo prevenir o prepararse para ellos, hasta que sucede una tragedia que muchas veces es anunciada. La falta de educación ambiental y una planificación integral a largo plazo, puede hacer que las acciones preventivas no se implementen de manera oportuna. Son temas que a menudo no están prioritizados. La percepción de que las tragedias son eventos improbables o que no afectarán directamente a una comunidad, puede llevar a “posponer”, o “disminuir” la importancia en la toma de medidas preventivas, muchas sociedades están acostumbradas a actuar solo cuando la crisis ya ocurrió, en lugar de anticiparse a ella.
Las instituciones encargadas de gestionar y promulgar sobre la importancia en prevención de riesgos, a menudo no logran comunicar a las poblaciones vulnerables, como las comunidades rurales o de bajos recursos, suelen estar menos informadas y tienen menor capacidad de acceder a recursos o tomar medidas preventivas, priorizando la supervivencia inmediata sobre la prevención.
La falta de una planificación integral y coordinada, así como insuficientes recursos, capacidades en las instituciones responsables y la corrupción al interior de las mismas, limita la implementación de programas en prevención y sensibilización a nivel nacional, local y rural.
El gobierno está obligado a diseñar e implementar políticas integrales de adaptación al cambio climático, en todas las zonas del territorio nacional, a través de campañas agresivas que permitan capacitar a todas las personas, la cooperación con organizaciones internacionales, (PERO NO SE REALIZAN), siendo vulnerados estos derechos.
Para mejorar la conciencia y la prevención en desastres climáticos, en mi opinión, es fundamental fortalecer la educación ambiental, mejorar la comunicación y coordinación institucional, y promover la participación activa de las comunidades en la gestión de riesgos, que se conviertan en agentes proactivos capacitados y preparados para cualquier eventualidad climática que amenace con el bienestar colectivo.
Es absolutamente prioritario e importante que el gobierno colombiano asuma con verdadera urgencia y compromiso, la responsabilidad de liderar campañas de prevención frente a los desastres ocasionados por los cambios climáticos. La evidencia de los impactos devastadores en comunidades vulnerables, la pérdida de vidas humanas, animales y la destrucción de recursos naturales, nos clama a actuar con decisión y sensibilidad. La prevención no solo salva vidas, sino que también preserva nuestro patrimonio, fortalece la resiliencia de nuestras comunidades y garantiza un futuro más justo y sostenible para las generaciones venideras. No podemos permitir que la indiferencia o la inacción, sigan poniendo en riesgo nuestro bienestar colectivo; es hora de priorizar la vida y el bienestar de nuestro país mediante acciones concretas y comprometidas en la lucha contra los efectos del cambio climático.
Pero ¿Estamos realmente preparados como sociedad colombiana para afrontar y adaptarnos a los cambios climáticos que atravesamos, o aún estamos en una etapa inicial de letargo, conciencia, planificación y acción para proteger nuestro entorno y nuestro bienestar?
Habrá que seguir con la lupa puesta…!
Comunicadora y Periodista - [email protected]