Para garantizar la supervivencia de los 8 mil millones de humanos que habitan el Planeta Tierra, nuestra casa, todas sus actividades se deben orientar al restablecimiento de las funciones orgánicas que lo mantienen con vida, las cuales están completamente distorsionadas por la equivocada creencia de que el crecimiento económico es desarrollo, cuando lo que ocurre es que para lograrlo afectamos la vida de los océanos, de los ríos, de los bosques, de las tierras agrícolas, todo por la también equivocada creencia de que sus recursos son ilimitados y por ello su consumo no tiene límites.

A lo anterior se suma el desborde poblacional y de esos 8 mil millones de seres humanos, un poco más de un millón padecen hambre y en muchas regiones escasea el agua potable. Si el homo sapiens, realmente es sabio debe entender que los recursos no son ilimitados y que se debe lograr un equilibrio entre el número de humanos y la capacidad de la Tierra de alimentarlos sin deteriorarse. En otras palabras, debemos llegar a un equilibrio entre la población y los recursos. Nuestros ancestros, cuando sus pequeñas tribus agotaban los recursos de un territorio, emigraban a otro, dándole tiempo a la tierra para regenerarse, pero nosotros no tenemos a donde ir, pues Alfa de Centauro, el planeta más cercano, está a cuatro años luz de distancia o sea a 37.843 299. 000.000 kilómetros.

Lo anterior es difícil dado que hay más predicadores sobre la importancia o la necesidad del mal llamado crecimiento económico que quienes abogan por producir menos basuras, reciclar al máximo, mermar el crecimiento poblacional, ya que al aumentar la expectativa de vida son necesarios menos nacimientos para lograr ese vital equilibrio entre la población y los recursos.

Ese desequilibrio lo podemos apreciar en las principales ciudades del país, que crecen sin planeación y tienen toda clase de problemas, muchos de compleja o costosa solución.  Así vemos ciudades que se inundan, sus medios de transporte no funcionan, crecen las congestiones, muchas tendrán problemas de suministro de agua en los veranos y dado que las obras para resolverlos son de largo plazo, no encajan en los monumentos a la improvisación que son los programas de gobierno de cuatro años.

En otras palabras, debemos volver a recordar la fábula y ver cómo la politiquería demagógica es similar a la alegre y cantadora cigarra que ofrece ríos de leche y miel sin saber cómo y dónde se consiguen y les molesta la trabajadora hormiga que sabe cómo se sobrevive en el invierno.

Mientras tanto, pronto nos llegará gas de Panamá por una línea eléctrica que no existe y otros esperan recibir pronto leche de la Vía Láctea. Posiblemente esa línea eléctrica este construida primero que los urgentes y necesarios tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla y/o el aeropuerto internacional de la Guajira. Son obras prioritarias y urgentes para abandonar nuestro subdesarrollo y poder invitar al turismo del mundo para que conozca esas maravillosas obras logradas por el desgobierno “del cambio” y la “paz total”. Amanecerá y no veremos decía el meditabundo ciego

Nicolas Ramos Gómez

Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP