Las alamedas solían ser paseos al medio de filas regulares de árboles, los que pueden ser de cualquier especie y no solo álamos, de donde viene su nombre; las que ya en el siglo XX se hicieron a lo largo de las vías anchas e importantes de las ciudades europeas, también conocidas como bulevares, pero siempre con las filas de árboles a sus dos lados. A Iberoamérica llegaron más tarde influenciadas por los famosos bulevares de París, realizados por el barón Haussmann en el siglo XIX; y, en el urbanismo moderno del XX, los bulevares ya son vías que organizan las ciudades, y cuyas prolongaciones se convierten en sus transitados accesos y salidas.

Durante la primera mitad del siglo XX todas las entradas a Cali fueron dotadas de hermosas alamedas, a excepción de la Salida al mar por obvias razones: es en pendiente y curva tras curva; fueron cuatro alamedas de las que la Sociedad de Arquitectos Paisajistas del Sur Occidente Colombiano ha dejado bien en claro su magnitud e importancia. Eran bellos caminos arbolados los de Santiago de Cali de los que ya hablaba Eustaquio Palacios en El Alférez Real, 1886, pese a que entonces todavía no se habían importado los samanes típicos de las de Cali; alamedas que también solían acompañar las largas entradas a las casas de las principales haciendas de toda la región.

En Cali es necesario que se comprenda que las ciudades son sus calles paramentadas y no las autopistas; las plazas y parques más que las zonas verdes; las alturas regulares formando fachadas urbanas y no las “torres” innecesariamente altas; y que las alamedas son más urbanas que los árboles solos en cualquier parte. De ahí reiterar la gran ventaja de poder utilizar el actual corredor férreo, ancho, casi recto y a nivel, como eje norte-sur de la movilidad en la ciudad, discurriendo entre el par vial de las Cls. 25 y 26, con trenes, buses articulados, buses comunes, taxis, carros, motos, bicicletas y peatones circulado juntos pero no revueltos bajo una espectacular alameda de nuevo diseño.

Sería la alameda más larga, ancha, múltiple y variada del mundo, desde Yumbo a Jamundí, conformando parte de un extenso parque lineal, en recuerdo de las varias que tuvo Cali, de las que sólo quedan algunos retazos, y que sería de gran importancia para el medio ambiente. Sus ocho hileras regulares de árboles de distintas copas de hojas de variados verdes y con flores de diferentes colores, identificarían los principales sectores de la ciudad, y señalarían los cruces más importantes a lo largo de los más de 25 Km de ese nuevo eje urbano y regional para el área metropolitana de Cali, propuesto hace ya varios años por un grupo de profesionales adjunto a la SMP.

Igualmente bella seria la alameda a los dos lados del río Cali, por donde discurriría el eje Oeste-Este de Cali, también ya propuesto, la que fue sugerida como una ampliación del Jardín Botánico, localizado cerca del extremo occidental de la ciudad, hacia el Centro Histórico de Cali; e igualmente realizar alamedas a lo largo de las vías que cruzan dicho eje urbano regional norte-sur. Por supuesto todas estas nuevas alamedas requieren un previo proyecto urbano, paisajístico y de normas arquitectónicas, para que no se interpongan a obras posteriores, evitando lo sucedido con la Cl. 5 cuando hace unos años se quisieron talar muchos de sus arbóleles para el paso del MIO.

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.