Una sociedad debe estar muy enferma cuando es indiferente ante el padecimiento de miles de personas que no reciben de sus EPS los medicamentos, tratamientos, exámenes, citas médicas necesarias en la batalla por la salud que solitariamente libran contra las entidades llamadas a atender su salud.
Es preocupante que las personas no reflexiones sobre estos problemas y se dejen seducir con las palabras y promesas de los gobiernos que finalmente no le cumplen a la comunidad, cuando de lo que se trata es de desentrañar las verdaderas causas que los generan, entretanto caen en posiciones subjetivas de carácter emocional que en poco contribuyen para hacer claridad sobre el qué hacer en todos estos casos, matizados en buena parte por sentimientos de odio y animadversión que solo conducen a obnubilar la conciencia de la gente.
El hecho de haber convertido la salud en un negocio lucrativo hace parte del deterioro de la prestación de dicho servicio cuyo origen se encuentra plasmado desde el punto de vista jurídico en la Constitución de 1991, mediante la cual se le abrió la puerta a los particulares para que explotaran económicamente el servicio de la salud en sus diferentes formas y modalidades, excluyendo de esta manera la posibilidad de que los colombianos pudieran tener acceso real a la prestación de este derecho básico y fundamental.
Cabe recordar que con la ley 100/93 este derecho se terminó de estructurar con la creación de las EPS que concentraron y centralizaron la prestación de este servicio en todo el territorio nacional.
En la actualidad, dichas EPS conjuntamente con las farmacéuticas dificultan cada vez más la entrega de los medicamentos que requieren los pacientes, particularmente en el caso de los oncológicos, enfermedades huérfanas y en general a todas aquellas personas a quienes se les han recetado medicamentos de alto costo, indispensables para mejorar sus condiciones de existencia y de vida en general.
Las alternativas de solución a este grave problema no consisten en condenar a los pacientes a realizar eternas filas para reclamar sus medicamentos que al final no les entregan oportunamente, generándose con ello un verdadero drama social que no se compadece con la situación que viven miles de pacientes que finalmente terminan engañados con los anuncios que hacen las autoridades en todos los casos.