En la era digital, las redes sociales se han convertido en un espacio donde la comunicación fluye con rapidez y donde los límites entre lo real y lo virtual se desdibujan. Sin embargo, este fenómeno también ha traído consigo un lado oscuro, una proliferación de perfiles peligrosos en donde el odio, el acoso, e incontables actos de violencia hacen parte de la misantropía diaria de una realidad virtual carente de repercusiones severas para los perpetradores. Tristemente, hemos sido testigo de cómo interacciones aparentemente inocentes culminan en tragedias devastadoras.

Desde el acoso cibernético que lleva a jóvenes a tomar decisiones irreversibles, hasta la radicalización de individuos a través de discursos de odio y desinformación haciendo que la incidencia de estos perfiles en las redes sociales sea innegable.

Un joven que, tras sufrir constantes ataques en línea, se vio abrumado por la presión y decidió poner fin a su vida, es sólo uno de los más de 9 millones de casos detectados anualmente en el mundo. Este tipo de problemáticas no son aisladas; son el resultado de un entorno digital nocivamente desenfrenado que necesita urgente ser abordado de fondo.

La pregunta que surge es: ¿qué medidas se están tomando a nivel global para mitigar este peligro? Si bien existen esfuerzos individuales en distintos países, la falta de un marco regulatorio internacional efectivo es preocupante. Algunos países han implementado leyes que penalizan el ciberacoso y la difusión de contenido violento, pero la aplicación de estas normativas es desigual y, en muchos casos, insuficiente, terminando en un saludo a la bandera. Las plataformas digitales, aunque han comenzado a adoptar políticas más estrictas, todavía se enfrentan a desafíos significativos en la moderación de contenido y en la identificación de perfiles peligrosos.

Un ejemplo positivo es el trabajo conjunto de varios países en la creación de iniciativas contra la desinformación. La Alianza para la Información y la Verdad, formada por naciones de diversas regiones, busca establecer estándares de verificación y promover la alfabetización digital entre los usuarios. Sin embargo, estos esfuerzos aún son incipientes y requieren una colaboración más sólida entre gobiernos, plataformas y la sociedad civil.

La tragedia de los perfiles peligrosos en las redes sociales no solo debe ser vista como un problema individual, sino como un llamado a la acción colectiva. Es fundamental que los países trabajen juntos para crear un marco regulatorio que no solo sancione comportamientos dañinos, sino que también eduque a los usuarios sobre el uso responsable de las redes. La prevención de tragedias futuras depende de nuestra capacidad para enfrentar este desafío de manera integral.

Las redes sociales tienen el potencial de ser una herramienta poderosa para la conexión y el intercambio de ideas, pero también pueden convertirse en un terreno fértil para la manipulación y el odio. La responsabilidad recae en todos nosotros: usuarios, plataformas y gobiernos. Solo a través de un esfuerzo conjunto, podremos construir un entorno digital más seguro y humano, donde las tragedias sean una excepción, y no la norma.

El papel de los padres en la regulación del uso de redes sociales es crucial, no solo para proteger a los hijos de los peligros en línea, sino también para orientarlos a desarrollar habilidades de uso responsable y crítico de la tecnología. Fomentar una comunicación abierta y un ambiente de confianza puede ser clave para que los hijos se sientan cómodos compartiendo sus experiencias y preocupaciones relacionadas con las redes sociales; pero, y ¿qué adelanta el gobierno Colombiano ante semejante problemática? Nada, discursos y propuestas ventejulieras (campañas de concientización, educación digital, colaboración con diversas plataformas, líneas de ayuda) desafíos conjuntos que quedan consignados en el papel, pero que difícilmente pasan a la ejecución, lamentable son nuestros jóvenes, es nuestra sociedad…muy preocupante..

¡Habrá que seguir con la lupa puesta..!

 

Emperatriz Giraldo S

Comunicadora y Periodista - [email protected]