Usamos la expresión que usaban nuestros mayores para indicar los actos de incultura o mala educación como los que muchos colombianos, incluidos dirigentes deportivos, mostraron en Miami en el partido entre Argentina y Colombia. Pero lo lamentable es que no solamente fue allá, lo vemos diariamente en las calles de Santiago de Cali y en los partidos de futbol en nuestras ciudades. Es triste el presente comparado con años atrás cuando en nuestras ciudades imperaba la cultura en todos los niveles sociales.
Los tiempos han cambiado y hoy a la mayoría de la población no se educa desde la casa en los primeros años de vida y en las escuelas se adoctrina, pero se olvidó la enseñanza de la Urbanidad de Carreño o Manual de Urbanidad y Buenas Maneras que era texto de estudio en las escuelas a principio del Siglo XX y que se inicia con los deberes morales del hombre para con Dios, con la patria y para con nosotros mismos. Hoy vemos tristemente en las calles y en muchas reuniones como se olvida esa cortesía o buenas maneras que se ejercían en la ciudad y en los campos. Otro detalle de esa mala educación o irrespeto a las personas es llegar tarde a los compromisos o no llegar sin previo aviso, lo que se traduce en largos tiempos de espera. En los países de Europa la gente espera en la puerta a la hora indicada y se retira a la anunciada en la invitación. Entre nosotros los que primero muestran su mala educación o irrespeto son los gobernantes, lo contrario de los Reyes y gobernantes en los países de Europa. ¿Qué tal si contabilizamos en términos monetarios el tiempo perdido esperando a alguien?
Es urgente, para que nuestro país abandone el subdesarrollo, no solo una educación de calidad, sino inculcar la responsabilidad que todos tenemos con la patria y con nuestros semejantes si queremos realmente avanzar en el logro de una buena calidad de vida para toda la población.
Sin educación y cultura es imposible progresar y menos cuando vemos el mal uso de los recursos públicos, empleado en pagar sobornos para aprobar leyes mal estudiadas y con fines poco claros.
Repartiendo la pobreza es imposible avanzar en el desarrollo. El actual desgobierno es lo más parecido a la irresponsable cigarra que canta sin pensar en tener las provisiones para el mañana.