Con la convocatoria al pueblo en general a marchar el 1º  de mayo que realizó el presidente Petro en respuesta a la movilización reciente adelantada por la oposición contra las políticas de su gobierno y especialmente a sus reformas sociales, se pueden agudizar las contradicciones y conflictos sociales en el país en medio de una sociedad cada vez mas polarizada, la cual atraviesa por una profunda crisis general a todos los niveles de la vida social y cuyos líderes de una u otra orilla política no tienen la claridad ideológica y política sobre el verdadero contenido de los cambios que se proponen para avanzar por los caminos de la paz estable y duradera, la ampliación de la democracia, el progreso social y el bienestar general en igualdad de condiciones para todos los colombianos.

Lo preocupante de esta situación es que de manera consciente o inconsciente se está corriendo con el riesgo de involucrar a la población en una especie de espiral de violencia, cuyas consecuencias traerían consigo un gran retroceso y aplazamiento de los cambios y transformaciones que demanda el país conjuntamente con todos sus habitantes, dispuestos eso sí, a unirse, organizarse y movilizarse para exigir sus derechos y realizar las acciones necesarias para luchar por la erradicación de la pobreza y la desigualdad social que crecen en nuestro país.

En fin de cuentas, se trata de superar la forma y el contenido de una sociedad que con sus clases dirigentes se sumerge en una especie de letargo que no permite avanzar a pesar de las innumerables potencialidades naturales y humanas que posee el pueblo colombiano, en tanto algunos sectores políticos y sociales seducidos por el populismo, la demagogia y el reformismo consideran haber encontrado las mejores soluciones para resolver los problemas que aquejan al pueblo, que ya no cree en las instituciones ni en los viejos y nuevos dirigentes políticos que actúan como voceros e intermediarios de las clases económica y políticamente dominantes e incluso dispuestos a embellecer el rostro del capitalismo con fórmulas engañosas como las de la economía popular y de algunas de las reformas sociales presentadas por el gobierno de turno, que si bien es cierto, introducen algunos cambios en la estructura de la salud, las pensiones y la contratación laboral, no conducen a garantizar por ejemplo, el acceso a la salud de buena calidad, la cual demanda de ingentes recursos del Estado que en las actuales condiciones no está en la posibilidad de convertirlas en realidad, mientras que de otra parte se garantiza el negocio de la salud por cuenta de los monopolios privados existentes en el país. Igualmente sucede con la reforma pensional mediante la cual no será posible garantizarles a las nuevas generaciones el cubrimiento y pago de sus mesadas pensionales, si previamente no aumenta el número de cotizantes con la creación de nuevos puestos de trabajo y empleos, con los cuales se pueda modificar la correlación entre los trabajadores pensionados y los que aspiran a pensionarse. Y de ahí que la ministra del Trabajo haya manifestado que es necesario aprobar en unos años una nueva reforma pensional.

Ahora bien, el hecho de que se haya hundido la reforma de la salud en la comisión séptima del Senado y que eventualmente corran igual suerte las reformas pensional y laboral, no justifica en modo alguno que el presidente Petro convierta la convocatoria a marchar el 1º  de mayo en una oportunidad para medir fuerzas con los sectores de la oposición que marcharon recientemente y en forma pacífica en varias ciudades del país, a la vez que unas y otras fuerzas políticas y sociales no deben convertir en instrumentos de fuerza al pueblo  para exacerbar los ánimos e incentivar la polarización, que a su vez puede generar nuevas formas de violencia, amén de las que se viven en buena parte del territorio nacional.

De acuerdo con el artículo 188 de la Constitución Política: “El Presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”; diferentes a estimular la violencia, odios, venganzas, con los cuales se puede fracturar la unidad nacional y poner en riesgo la propia soberanía del pueblo colombiano.

Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.

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