LOS ANTECEDENTES

Los malos razonamientos tienen, frecuentemente, como causa primera las malas     informaciones. A partir de ahí se incrustan en la opinión y ya no hay nada que pueda desalojarlos.  Jean-François Revel

Los antecedentes de esta interpretación para aproximarse a las imágenes de la Cali construida son escasos y débiles, y el debate alrededor de la cuestión apenas comienza. En rigor, no existe ningún trabajo que enfoque la reflexión sobre la ciudad desde el punto de vista de una historia del cambio de su imagen, ni siquiera del de una historia convencional de su arquitectura. Por supuesto existen algunos trabajos parciales sobre su arquitectura; unos cuantos que tratan de su imagen, pero no de manera explícita y analítica; y, finalmente, varias y muy importantes investigaciones históricas (políticas, sociales y económicas) sobre Cali y el Valle del Cauca.

Significativamente, cuando Santa Fe de Bogotá cuenta con el libro Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada  de Rodríguez Freile, un siglo después de su fundación,   el primero que toca a Cali, fundada tres años antes, fue la novela de Eustaquío Palacios El Alférez Real  publicada en 1886. La primera historia de la ciudad fue encomendada por el Cabildo de Cali a Gustavo Arboleda solamente en la segunda década de este siglo y  publicada originalmente en 1928. Los primeros trabajos sobre la arquitectura de algunos edificios de la ciudad, son del profesor Santiago Sebastián: Arquitectura Colonial en Popayán y Valle del Cauca , y, Álbum de arte colonial de Santiago de Cali. En 1967, el arquitecto Carlos Martínez, publicó su Apuntes sobre urbanismo en el Nuevo Reino de Granada, en donde aparece Cali. En 1975, Salvat Editores, S.A., de Barcelona, y Salvat Editores Colombiana, S.A., de Bogotá, publicaron la Historia del Arte Colombiano, bajo la dirección del historiador y crítico de arte, Eugenio Barney-Cabrera, en la cual hay referencias sobre algunos de los edificios de Cali y algunas casas de hacienda de la región.

Habrá que esperar hasta 1976 la primera investigación histórica profesional, a cargo del historiador Germán Colmenares, Cali: Terratenientes, Mineros y Comerciantes/Siglo XVIII.  A partir de 1977, en el periódico Despertar vallecaucano, dirigido por el arquitecto Alvaro Calero Tejada, aparecen varios artículos sobre Cali. En 1978 se publica, de los arquitectos Gilma Mosquera y  Jacques Aprile Gniset, Dos ensayos sobre la ciudad colombiana. En 1979, Gilma Mosquera realiza la ponencia El proceso urbano en el Valle del Cauc . Solamente en 1980, se publicó, del economista Edgar Vásquez, el artículo Ensayos sobre la Historia del Desarrollo Urbano de Cali, cuyo contenido ampliado bajo el titulo de Historia del desarrollo urbano de Cali, libro republicado en 1992. En 1983, el arquitecto Alvaro Calero Tejada el libro Cali Eterno, la ciudad de ayer y de hoy. En 1987 se publica Raíces Hispánicas de la arquitectura en Colombia,  de Alberto Corradine Angulo. En 1989 se publica la Historia de la arquitectura en Colombia  de Silvia Arango, y la Historia de la arquitectura en Colombia/ volumen – Colonia 1538-1850  de Alberto Corradine. En el mismo año se publicaron 120 fotografías de Cali y el Valle de Alberto Lenis Burckardt. En 1991 se publicó el primer tomo de La ciudad Colombiana,  de Jaques Aprile Gniset, y, en 1992, el segundo, en donde hay capítulos extensos sobre Cali. En 1994, se público La Arquitectura de las casas de hacienda en el Valle del Alto Cauca , de el autor de la presente tesis y el arquitecto Francisco Ramírez. Finalmente, en 1995, se publico  Arquitectura del Ferrocarril del Pacifico  del arquitecto Carlos Botero.

Y, por supuesto, están las crónicas: El Coronel inglés John Potter Hamilton público su Travels Through Provinces of Columbia  en 1827, y el profesor norteamericano Isaac Farewel Holton su The New Granada- twenty months in the Andes  en 1857.  Impresiones y Recuerdos ,  de Luciano Rivera y Garrido es de fines del siglo pasado. Ya en este siglo, Cornelio Hispano publicó En el país de los dioses  y Demetrio García Vásquez, en 1928, Los Hacendados de la otra banda y la banda de Cali , y, por la misma época, Hilvaneos Históricos .

METODO Y PROCEDIMIENTO

Hasta entonces  [hasta Marx y Engels] todos los tratados filosóficos sobre el error lo suponían debido a faltas técnicas,  a vicios de razonamiento, a insuficiencias de método y a un defecto en los procedimientos de comprobación. Sólo a los moralistas se debía la intuición de que el apetito de lo falso, el deseo de engañar, la sed de mentirse a sí mismo, la necesidad de creer que es en nombre del Bien que se hace el Mal, desempeñaban en la génesis del error un papel sin duda más importante que los fallos propiamente intelectuales, contrariamente a lo que decían los filósofos. Esas conductas constituían, tal vez, incluso una forma primitiva de adaptación del hombre a lo real. Desde que el hombre pudo pensar, tuvo miedo de conocer. La capacidad del hombre para construir en su cabeza más o menos cualquier teoría, para “demostrársela” y creer en ella es ilimitada.

Jean-François Revel

La ubicación histórica de las fuentes –los edificios y los espacios urbanos más representativos de Cali, existentes, o, al menos conocidos– y la evolución paralela del marco teórico mismo, están basadas en el desarrollo de una investigación anterior con sus propios análisis y conclusiones. Por supuesto se llevaron a cabo nuevas investigaciones, nuevos análisis y se lograron nuevas conclusiones. Es decir que es un trabajo en permanente construcción, y en el que, por lo tanto, todas sus partes, a excepción (relativa) de las fuentes –la ciudad construida misma– son variables provisionales en cada momento. Así, es difícil hablar con precisión del “método” seguido, pero sí se puede precisar que fue el contacto previo con la evolución de la arquitectura y la ciudad en Cali lo que llevó a la necesidad de una explicación, ya que las maneras tradicionales de “verlas” no lo habían logrado de forma convincente. Fue, pues, una realidad objetiva –los edificios y los espacios urbanos– la que llevó a establecer primero un modelo teó¬rico (como se conforma la imagen de las ciudades; el papel que las construcciones desempeñan en estas imágenes; cómo cambia la forma de estas construcciones; y cómo se lleva a cabo ese cambio) para con él  establecer las diferentes imágenes de Cali a partir de aquellas construcciones en las que están sustentadas y que aún se conservan o recuerdan o de las cuales se puede establecer su existencia o su proyecto. Desde luego este primer paso llevÓ a una reformulación del modelo. El paso siguiente fue encontrar, dentro de la periodización histórica tradicional del país, los vínculos entre esos cambios y las condiciones sociales, económicas, políticas y, sobre todo, culturales, de la ciudad en cada caso. Finalmente, se pudieron sacar algunas conclusiones.

“Hoy, como antaño –dice Revel– el enemigo del hombre está dentro de él. Pero ya no es el mismo: Antaño era la ignorancia, hoy es la mentira.”   En nuestro caso son ambos: la ignorancia y la mentira; la información sobre Cali y sus edificios no solamente es mínima sino poco confiable, lo que conduce a trabajar directamente sobre los hechos mismos: los edificios y los espacios urbanos. Según Revel:

El poderío de la ideología encuentra su martillo en la falta de curiosidad humana por los hechos. Cuando nos llega una información nueva, reaccionamos ante ella empezando por preguntarnos si va a reforzar o a debilitar nuestro sistema habitual de pensamiento, pero esa preponderancia de la ideología no tendría explicación si la necesidad de conocer, de descubrir, de explorar lo verdadero animara tanto como se dice nuestra organización psíquica. La necesidad de tranquilidad y de seguridad mentales parece más fuerte. Las ideas que más nos interesan no son las ideas nuevas. […] La ciencia, para nacer y desarrollarse, ha debido y debe aún luchar contra esa tendencia primordial, en torno a ella y en su pro¬pio seno: la indiferencia al saber.

Por otro lado, en la medida en que la historia de los edificios, como la historia del arte, como lo anota Argan,  se hace enfrente de los mismos, salta a la vista que con el advenimiento de nuevas maneras de representarlos, como la fotografía y el cine, se han abierto nuevas posibilidades a la historia de la arquitectura. Sin embargo, ha sido la oportunidad de visitar los edificios y las ciudades mismas (difícil en otras épocas) para establecer los modelos, lo que en el caso de Cali ha suplido la falta de información de sobre sus edificios y espacios urbanos, pues, aunque existe un indefinido número de historias de todos los aspectos de la vida humana, la historia del poder político, como dice Popper ha sido elevada a categoría de historia universal, una historia de la humanidad que por supuesto no existe, pues el poder actua, evidentemente sobre todos y el arte –directamente– sólo sobre unos pocos.   Por eso,  como afirma Luiz Fernández-Galiano:

 

Todos los monumentos son monumentos nuevos. Nuevos en sus fábricas, interminablemente recompuestas a medida que el tiempo o el azar las debaratan; nuevos en sus usos, continuamente cambiantes con las transformaciones de la economía y la sociedad; nuevos, al fin, en sus significados, permanentemente alterados por las retinas que los contemplan y las culturas que los interpretan. En esa triple mudanza -material, funcional y simbólica- reside la eterna juventud del monumento.

Para estudiar de forma más justa y más precisa nuestras arquitecturas y nuestras ciudades es preciso en-tender que:

La Historia es un diálogo entre el pasado y el presente, en el que el presente toma y conserva la iniciativa… No se puede imponer al historiador que vuelva a considerar exclusivamente una sociedad de la misma manera en que fue concebida… Sólo relacionándola con un presente inédito, se puede obligar al pasado a descubrir un secreto, oculto hasta entonces, a las investigaciones más exhaustivas.

 

Texto completo de la tesis en PDF

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.