Haz como digo, pero no como como; el declive de la dieta mediterránea.
- ¡Bébete el zumo ya que las vitaminas se pierden!;
- Hay que comer de todo para estar sano;
- El aceite de oliva es una grasa saludable.
Incontables las veces que he escuchado estas frases, entre otras. Se siguen escuchando, pero cada vez se habla más técnico y se sabe menos. En muchas conversaciones escucharemos la palabra “calorías”, la palabra “proteínas”, pero seguramente esa gente no sepa cuando es la temporada de la naranja y como combinar las lentejas para sacar el mayor valor nutricional de las mismas.
¿Sabían que las manzanas maduran el resto de frutas? ¿Son conscientes de que un poco de laurel da sabor pero mucho puede ser tóxico?
Parece que actualmente sabemos más que nuestros antepasados, pero en temas de nutrición creo que estamos desaprendiendo pese a la cantidad de información de la que disponemos.
En España actualmente la tasa de sobrepeso entre los niños supera el 40%, lo que implica que posiblemente una parte de estos niños al crecer se conviertan en adultos con sobrepeso.
Asimismo, España es uno de los países que más productos cárnicos come de toda la Unión Europea y el consumo de sal diario duplica la cantidad recomendada por la OMS, lo que contribuye a la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo hemos llegado a este punto?
En un mundo donde la rapidez y la conveniencia a menudo superan a la calidad y la salud, la dieta mediterránea, reconocida por sus beneficios para la salud, está perdiendo terreno en España y el resto de países mediterráneos como Grecia o Italia. Tradicionalmente, la dieta mediterránea ha sido el pilar de la alimentación en este país, caracterizada por un equilibrio entre frutas, verduras, legumbres, pescado, aceite de oliva y cereales. Debido a la gran variedad de alimentos empleados en este tipo de cocina, no hacía falta saber de nutrición porque el conocimiento aprendido a lo largo de los años se había asentado en las recetas tradicionales, de manera que uno comía platos con un gran valor nutricional sin saberlo.
Sin embargo, en las últimas décadas, hemos sido testigos de un cambio preocupante hacia una mayor dependencia de comidas rápidas y procesadas, que está teniendo un impacto negativo en la salud de la población española. ¡Es decir, estamos ante un problema de salud pública!
Llegados a este punto, es crucial promover una mayor conciencia sobre los beneficios de esta dieta y abogar por políticas que fomenten el acceso a alimentos frescos y saludables para revertir esta tendencia y mejorar la salud pública en toda Europa, tanto presente como futura. No olvidemos que además esta forma preventiva de actuar tendrá un impacto a largo plazo en el gasto público en salud, pues como dice el refranero, es mejor prevenir que curar.