Los versículos del Evangelio que leemos en este tercer domingo del Tiempo Ordinario nos sitúan en los comienzos de la vida pública de Jesús.
La detención de Juan Bautista habría sido como una señal para él, pues, tras dicho episodio, y tras treinta años de vida discreta en Nazaret, Jesús saldrá de su anonimato para inaugurar su misión, aquella para la que su Padre le envió al mundo.
En adelante, lo veremos por los caminos de Palestina proclamando la Buena Nueva en palabras y obras.
LECTURAS:
Domingo 3 del Tiempo Ordinario – 21deenero
Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10:”El Señor dirigió la palabra a Jonás:«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré».
Salmo 24, R. Señor, enséñame tus caminos
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29-31:”Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante…”.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20:”Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Reflexión del Evangelio de hoy
Se ha cumplido el tiempo de las promesas. ¡El Reino de Dios está aquí! Convertíos y creed en el Evangelio. Son las palabras con las que Jesús inaugura su ministerio público. Él quiere revelar al mundo la presencia del Reino de Dios, la cual llama a la conversión y a la fe en la Buena Nueva.
Para Jesús es apremiante que todos conozcan y reconozcan en él el Evangelio de Dios, la Buena Nueva del Reino de la que él es la manifestación visible y palpable. Para ello comienza su misión escogiendo e invitando a cuatro de sus primeros colaboradores para asegurar la continuidad de su misión: Simón y Andrés, por un lado, que, «inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron» (Mc 1,18); y Santiago y Juan, por otro lado, que también «dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, se marcharon en pos de él (v 20)», asociándose a su proyecto de «pescar hombres» para el Reino de Dios.
Efectivamente, participar en el proyecto de Jesús, aceptar su llamada, conlleva ciertas exigencias: requiere, por un lado, ponerse en camino y marchar en pos del Maestro; por otro lado, supone aceptar las exigencias correlativas a este seguimiento: desprenderse de todo: redes, casa, familia, … en definitiva, requiere dejarlo todo para recibirlo todo de Él.
En cierto modo, esa es la misma invitación que el apóstol Pablo hace a los cristianos de Corinto: «el momento es apremiante, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran…» (1Co 7,29-30).
Con esto Pablo no pretende, evidentemente, despreciar el matrimonio…; no nos invita a dejar a nuestras esposas o esposos, a renunciar a mantener lazos sociales o a eludir nuestras responsabilidades porque el reino de Dios está cerca. El apóstol nos advierte de la tentación de absolutizar las realidades terrenas, que son pasajeras. En lugar de ello, propone a vivir a la luz del Señor Resucitado: «Habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba» (Col 3,1).
Cualquiera que sea nuestra situación en la vida, y cualquiera que sea nuestra responsabilidad en la sociedad, vivir como cristianos es vivir con la mirada fija en Jesús, en quien se nos ha acercado el Reino de Dios.
La invitación a la conversión de la primera lectura (cf. Jon 3,1-5.10) y del Evangelio de este domingo no consiste en otra cosa que, en conformar nuestras realidades cotidianas, toda nuestra vida, al Reino de Dios inaugurado por Cristo, cuyos valores son la justicia, el amor, la paz, la verdad, la solidaridad, etc.
En el mundo actual, cada vez más egoísta, más dividido y polarizado… Jesús se dirige a cada uno de nosotros y nos interpela: ¡Necesito pescadores de hombres! Simón y Andrés, Santiago y Juan «inmediatamente dejaron las redes y … a su padre en la barca… y lo siguieron», en sus recorridos por Palestina anunciando la Buena Nueva del Reino.
Y tú, ¿Cuál es tu respuesta a la invitación de Jesús?, ¿Das testimonio con tus palabras y acciones de la realidad del Reinado de Dios?