El Papa Francisco ha recibido sepultura este sábado en la Basílica de Santa María la Mayor, a donde llegó pasadas las 13:00 tras recorrer las calles de Roma. Miles de personas, unas 150.000 según la oficina de Prensa del Vaticano, se agolparon en la calle para despedir entre aplausos, vítores y pancartas al Pontífice, fallecido el pasado lunes. A estos se sumaron los 250.000 fieles que participaron en el funeral celebrado en la Plaza de San Pedro.

Durante el recorrido de seis kilómetros, el féretro, colocado en uno de los papamóviles usados en los viajes internacionales del pontífice, pasó por la Galería Príncipe Amadeo de Saboya-Aosta, Corso Vittorio Emanuele, Piazza Venezia, Via dei Fori Imperiali y el Coliseo, hasta llegar a Via Labicana, Via Merulana y finalmente la Piazza Santa Maria Maggiore. A lo largo de las vías romanas, los ciudadanos aplaudieron y exclamaron “¡Viva el Papa!” a su paso. Al llegar, el féretro fue bajado del papamóvil y, entre aplausos, trasladado al interior del templo. Allí, además del cortejo fúnebre, un grupo de unas 40 personas -compuesto por pobres, presos, transexuales, sin techo y migrantes- esperaba instantes antes del entierro, mientras sonaban las campanas. Cada uno de ellos, situados en la escalinata de acceso a la basílica, llevaba una rosa blanca en la mano. Según la Santa Sede, “los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios” y, por tanto, “también en el corazón y en la enseñanza del Santo Padre, que eligió el nombre de Francisco para no olvidarlos nunca”.

La sepultura fue sencilla, en el suelo, en un nicho de la nave lateral de la basílica liberiana, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza. El rito estuvo precedido por el canto de cuatro salmos y cinco intercesiones, seguido del Padrenuestro. Sobre el féretro se imprimieron los sellos del Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, Kevin Joseph Farrell, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Romano Pontífice y del Capítulo Liberiano. Tras estos gestos, el féretro fue colocado en el sepulcro y rociado con agua bendita mientras se entonaba el Regina Caeli. Finalmente, el notario del Capítulo Liberiano redactó el acta auténtica que certifica el entierro, firmada por el cardenal camarlengo, el regente de la Casa Pontificia, Leonardo Sapienza, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Diego Ravelli, y el notario.

El funeral fue multitudinario: más de 200.000 fieles, junto a más de 50 jefes de Estado y más de 150 delegaciones internacionales asistieron este sábado 26 de abril en la Plaza de San Pedro del Vaticano. La plaza fue cerrada tras alcanzar su límite de capacidad de 50.000 participantes; los fieles restantes se quedaron en Via Concilazione y calles aledañas, siguiendo la ceremonia en pantallas gigantes. El tráfico en la capital romana estuvo prácticamente paralizado y los autobuses no circularon para aliviar la congestión en el centro, según el portal oficial del Vaticano ‘Vatican News’.

La ceremonia, que comenzó a las 10:00 horas, contó con la participación de más de 150 delegaciones oficiales, entre ellas numerosos jefes de Estado y de gobierno, una decena de monarcas y representantes de religiones del mundo. A nivel internacional, destacaba la presencia del presidente de Argentina, Javier Milei, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, seguidos por los monarcas y el resto de mandatarios según el orden alfabético francés. Entre otros asistentes estaban el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski; y el presidente francés, Emmanuel Macron. Los Reyes Felipe VI y Letizia saludaron al presidente Trump y a su esposa Melania antes del inicio del funeral, e intercambiaron palabras y gestos durante la misa, ya que estaban sentados al lado.

También asistieron nueve delegaciones de organizaciones internacionales, como la ONU, el Consejo de Europa, el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Mundial de la Salud, la Agencia de la ONU para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones.

El maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, Diego Ravelli, destacó que fue “el funeral de un pastor, no de un soberano”. El cuerpo del Papa no fue expuesto en el catafalco, como ocurría en el pasado. Las campanas de la basílica de San Pedro repicaron a muerto instantes antes del inicio del funeral, cuando un cortejo fúnebre trasladó a pie el ataúd de Francisco desde el interior de la Basílica -donde permaneció tres días y fue despedido por cerca de 250.000 personas- hasta la plaza de San Pedro, donde se celebró la misa exequial.

Tras el ataúd caminaban diáconos y cardenales, vestidos de rojo, el color del luto papal. Hubo 980 concelebrantes, entre cardenales, obispos y sacerdotes, además de 200 ministros de la Comunión y más de 4.000 sacerdotes en el lado derecho del atrio, junto a la estatua de San Pedro

Redacción