La tecnología ha transformado radicalmente el panorama de nuestros hogares en las últimas décadas. Desde la década de los 50s con la llegada de la TV y el teléfono celular en los 90s, hasta la propagación de internet en el y los dispositivos inteligentes en el 2009, la forma en que vivimos, nos comunicamos y nos relacionamos ha cambiado de manera significativa. Aunque la tecnología ofrece numerosas ventajas, como la magia de la competitividad, su influencia en la dinámica familiar es un tema bastante complejo que merece ser analizado.
Sin duda, uno de los aspectos más positivos de la tecnología en los hogares es la mejora en la “comunicación”, es decir, las plataformas de mensajería instantánea, las redes sociales y las videollamadas, han facilitado la conexión entre familiares que viven lejos; ahora es posible mantener relaciones más cercanas con abuelos, padres, tíos, primos, etc, independientemente de la distancia geográfica. Sin embargo, ésta misma conectividad puede generar una paradoja: mientras más conectados estamos virtualmente, a menudo estamos menos conectados en el mundo real; como pienso: más es menos…(entre más tecnología, menos acercamiento y familiaridad).
La proliferación de dispositivos electrónicos como smartphones, tabletas y computadoras, ha llevado a un aumento en la distracción digital. En los hogares, es común ver a miembros de la familia ensimismados en sus pantallas, lo que puede resultar en menos interacciones afectivas, como gestos, caricias, miradas, sonrisas o guiños. Las cenas, encuentros o actos familiares, por ejemplo, que solían ser momentos de unión y conversación tan especial, a menudo se ven interrumpidas por la llegada de notificaciones o la necesidad de revisar las redes sociales. Esta distracción puede afectar significativamente la calidad del tiempo que las familias pasan juntas y, en última instancia, debilitar los lazos familiares afectivos.
Pero a pesar de los retos, la tecnología también puede ser utilizada para fortalecer la unión familiar. Las aplicaciones de juegos en línea, las plataformas de streaming y las redes sociales pueden ofrecer oportunidades para compartir experiencias. Las familias pueden ver películas juntas, jugar videojuegos o incluso participar en retos en línea, lo que puede fomentar la colaboración y el disfrute compartido.
La tecnología ha revolucionado la educación en casa, no hay duda de ello; pero así mismo con acceso a recursos en línea, tutoriales y plataformas de aprendizaje, los miembros de la familia pueden aprender juntos y apoyarse mutuamente en su desarrollo personal y académico. Esto no solo fortalece el vínculo familiar, sino que también fomenta un ambiente de aprendizaje colaborativo. Sin embargo, es muy importante que los padres establezcan límites sobre el tiempo que deben pasar los hijos frente a la pantalla y como alternativa de integración, promuevan actividades que no involucren tecnología.
Y, ¿Qué decir de la marcada influencia de la Tecnología en la salud mental? La tecnología también ha traído consigo desafíos en términos de salud mental. La sobreexposición a las redes sociales puede generar sentimientos de ansiedad, depresión y soledad, especialmente entre los jóvenes. Estas emociones pueden afectar considerablemente la dinámica familiar, causando tensiones, distanciamientos y malentendidos.
La tecnología ofrece a los menores una amplia gama de recursos educativos. Plataformas de aprendizaje en línea, aplicaciones instructivas, videos tutoriales, etc, que permiten a los estudiantes acceder a información y materiales de aprendizaje de manera fácil y rápida; esto es especialmente valioso en contextos donde la educación tradicional puede no estar disponible o ser insuficiente. De igual manera, la tecnología puede ayudar a los menores a desarrollar habilidades esenciales para el futuro. La programación, el diseño gráfico y la edición de videos, -por mencionar algunas- son habilidades demandadas en el mercado laboral actual. Los menores que interactúan con la tecnología desde una edad temprana, tienen más probabilidades de adquirir estas habilidades y estar mejor preparados para el mundo laboral. Así mismo, las herramientas digitales ofrecen a los jóvenes la oportunidad de expresar su creatividad de múltiples maneras.
Pero, y ¿Qué pasa cuando el acceso a la tecnología para menores se convierte en un riesgo?
Uno de los mayores riesgos de dar acceso a la tecnología a menores de edad es la posibilidad de que se expongan a contenidos inapropiados. A pesar de las restricciones y filtros, es difícil garantizar que los jóvenes no encuentren material violento, sexual o perjudicial. Esto plantea un reto para Padres y educadores en la supervisión del uso de la tecnología.
Otro alarmante riesgo y no menos importante, es el uso excesivo de dispositivos tecnológicos que pueden llevar a la adicción y al aislamiento social. Los menores logran verse atrapados en un ciclo de consumo de contenido digital que les impide desarrollar habilidades sociales y mantener relaciones interpersonales saludables; fundamental establecer límites en el tiempo de pantalla, realizar actividades de conexión familiar.
Y, ¿Qué decir del ciberacoso? es un fenómeno que ha crecido con el auge de las redes sociales. Los menores pueden ser víctimas de acoso en línea, lo que desemboca en consecuencias graves para su salud mental y emocional. Además, la seguridad, o mejor, la “inseguridad” en línea, es una preocupación constante, ya que los jóvenes pueden ser vulnerables a estafas, depredadores sexuales y amenazas a su privacidad. Altamente preocupante.
Pero más preocupante e indignante es observar a una madre entregar el celular a un bebé, para que no “moleste” y así entretenerlo y calmarlo… ésta acción genera una sensación de escozor, no solo por el impacto inmediato que esto puede tener en el niño, sino también por las implicaciones a largo plazo para su desarrollo y la relación entre padres e hijos. Un bebé expuesto a pantallas a una edad temprana, puede perder oportunidades de aprender a comunicarse y relacionarse con otros. Es fundamental que los padres sean conscientes de las decisiones que toman en relación con la tecnología hacia la salud mental de sus hijos. La crianza es un viaje desafiante, pero las recompensas de fomentar una conexión auténtica y significativa con nuestros hijos son invaluables. Al final del día, las experiencias del mundo real son las que claramente nutren y enriquecen la vida de nuestros pequeños.
Es innegable que la influencia de la tecnología en los hogares es multifacética. Si bien ha facilitado la comunicación y el acceso a la información, también ha presentado retos que pueden afectar gravemente la unión y el desarrollo sano familiar. La combinación está en hallar una medida apropiada que permita conectarse con las bondades de la tecnología sin sacrificar las relaciones interpersonales. Fomentar el tiempo de calidad, establecer límites claros y mantener una comunicación abierta, son pasos esenciales para garantizar que la tecnología sirva como un puente en lugar de una barrera de afectación en la vida familiar. En última instancia, la forma en que las familias elijan integrar la tecnología en sus vidas, determinará su impacto en la cohesión, armonía y la felicidad de su entorno.
Entonces…¿De qué manera crees que la dependencia excesiva de la tecnología en nuestra vida diaria, nos está afectando la capacidad para conectar emocionalmente con los demás?
Habrá que seguir con la lupa puesta…!
Comunicadora y Periodista - [email protected]