Los textos bíblicos de este domingo son una llamada a no juzgar a los demás ya que quien juzga a los otros se puede equivocar. Sólo Cristo conoce lo que hay en el corazón del hombre, pues los hombres miran las apariencias, pero Dios ve el corazón.
En el evangelio de hoy choca la aparente diversidad de estilo y de temas abordados por Cristo en este pasaje (Lc 6, 39-45). Lo primero es una breve parábola acerca de los ciegos que necesariamente caerán en un hoyo si confían a otros ciegos el cuidado de guiarles. Sigue a continuación la afirmación relativa a las relaciones del discípulo con su maestro. No puede estar un discípulo por encima de su maestro y continúa con la famosa comparación de la paja y de la viga que brinda fáciles consecuencias acerca de la necesidad de mirarse a sí mismo antes de fijarse en los demás. El texto termina con una reflexión de sentido común sobre la clase de árbol y la de los frutos que produce, con una aplicación al hombre que produce buenos frutos en la medida que sea bueno su corazón.
En el relato de Lucas estamos ante unas recomendaciones de Jesús dirigidas a sus oyentes. Jesús insiste en la necesidad de la limpieza del corazón para llevar a cabo la tarea de poder guiar a los demás. De lo contrario corremos el riesgo de ser guías de ciegos que puede caer en el hoyo y hacer caer a los demás en la fosa. Sólo el que tiene el corazón limpio, el que ha sacado la viga de su ojo es capaz de ver claro y conducir a los demás al bien, orientarles con seguridad y evitarles los peligros. El que no ha quitado la viga de su ojo se equivoca y como está ciego hace más mal que bien, incluso cuando cree hacer el bien.
El evangelio nos lleva siempre a la interioridad, a lo profundo: no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno. Frente a la tentación de vivir las apariencias, Cristo nos invita a ser hombres que echan raíces en El y nos mueve a arrancar del corazón toda hierba mala para dar frutos buenos.
DOMINGO 8DEL T. O. – 2 DE MARZO
LECTURAS. :
Lectura del libro del Eclesiástico 27, 4-7 :”Cuando se agita la criba, quedan los desechos; así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos….”
Salmo 91 R/. Es bueno darte gracias, Señor.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54-58 : “Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:—“
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 39-45 :”En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?…”
Reflexión del Evangelio de hoy
Necesitamos transformarnos más y más en Cristo. Esto exige una progresiva configuración con El, que la gracia va obrando en nosotros por las virtudes y los dones del Espíritu Santo.
Partiendo de la transformación interior del hombre en Cristo, todo nuestro actuar personal, comunitario y social, irá evidenciando su condición de hombre.
En la primera lectura de hoy (Eclesiástico 27, 5-8) el fruto muestra la calidad del árbol. Las palabras y las apariencias del hombre engañan fácilmente. Sólo Dios penetra en el corazón del hombre de tal modo que la verdad del hombre ha de medirse más por sus obras que por sus palabras.
“Todo en este mundo es como un lagar, y de aquí se saca otra semejanza: como el oro y la plata se acrisolan en el fuego, así la tribulación pone a prueba a los justos (Eclo 27, 6). Y con el salmo 91 rezamos: “Es bueno dar gracias al Señor y tañer para tu nombre, oh, Altísimo”. El justo crecerá como la palmera, se alzará como el cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor crecerá en los atrios de nuestro Dios. Dios nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. Como fruto de la Resurrección de Cristo, el hombre, transformado en Él y renacido de su gracia alcanza la victoria sobre el pecado y la muerte, sobre el diablo y el mundo y vence el combate de la vida en el tiempo y para la eternidad.
Lo que rebosa del corazón lo habla la boca (Lucas 6,45) es el final del evangelio de este domingo y es lo que nos hace auténticos ante el Padre y verdaderos creyentes en medio de los hombres. Y es que la hipocresía y el fariseísmo nada tiene que ver con el Evangelio de Jesús. En no pocas ocasiones los cristianos velamos, más que revelamos, la vida y el mensaje de Cristo con nuestras palabras y obras.
¿Como ser árbol bueno y producir buenos frutos? San Pablo nos da la respuesta. Dios nos da la victoria por Jesucristo. Quien quiera ser testigo de la buena nueva y hacer que los demás se beneficien con ella, debe él mismo conocerla y penetrarse en ella progresivamente, ya que ningún discípulo puede estar por encima de su maestro. Y hecho esto el hombre será un árbol bueno y producirá buenos frutos que sacará de su propia entraña. Pero si no se ha purificado él primero las cosas más sublimes que pudiera decir serían estériles. Esto lo afirma san Pablo tras una breve reflexión acerca de la muerte. ¿Dónde está muerte tu victoria?.