El mes de enero de 2025 ha registrado bajísimas temperaturas en Norteamérica. Los termómetros marcaban, en la zona limítrofe con Canadá, menos de 30 grados bajo cero. La capital estadounidense no escapaba del intenso frio. No obstante, y aunque la posesión del presidente tradicionalmente se realiza en las escalinatas del imponente Capitolio, en esta ocasión, al igual que sucedió en la posesión del presidente conservador Ronald Reagan, el pragmatismo superó la tradición. Se habilitaron sendos salones al interior del Capitolio para asistir y presenciar el solemne acto en comodidad.
A pocos metros del lugar donde sería ungido el electo presidente se ubicaban los poderosos empresarios de la tecnología. Encabezados por Elon Musk, amigo y confidente de Trump, compartían Jeff Bezos y su esposa Lauren Sánchez, Mark Zukerberg, distraído por el vestido escotado de Lauren, Sundar Pichai, CEO de Google, entre otros.
Melanie Trump lucia un elegante vestido azul oscuro, y bajo el refinado sombrero creaba un aura de misterio. Los hijos del presidente electo no ocultaban el orgullo de atestiguar el acontecer histórico del segundo mandato de su padre, como 47º Presidente Norteamericano.
El vicepresidente JD Vance y su esposa Usha, nacida en California, de padres hindúes, confirmaba, al igual que Sundar Pichai, que Estados Unidos es un país de oportunidades, que ampara y premia a todos quienes con esfuerzo, dedicación y compromiso quieren triunfar.
El característico lenguaje corporal de Donald Trump con sus pulgares hacia arriba y señalando a sus amigos, distaban de la rigurosa etiqueta, pero confirmaban su narcisista personalidad. A sus setenta y ocho años, su preparado discurso, acompañado de gestos inequívocos de preponderancia actoral fue aplaudido permanentemente. En cada uno de sus apartes confirmaba sus promesas de campaña de convertir nuevamente la grandeza de país, afianzando principios centenarios de libertad, democracia y oportunidad.
Sin titubeos, ni espejo retrovisor, dejando atrás el pasado de la administración del presidente saliente Joseph Biden, Kamala Harris y el partido demócrata, anunció que en menos de veinticuatro horas firmaría más de doscientos ordenes ejecutivas enmarcando su plan de gobierno.
El proteccionismo es la base del nuevo gobierno. Se revisarán los aranceles de bienes importados, se declara la guerra contra el terrorismo, organizaciones delictivas y narcotráfico, ejercerá controles migratorios, enfatizará la legalización ciudadana, serán reconocido solamente dos géneros, recortará gastos burocráticos, avaló el retiro del Acuerdo climático de Paris y de la OMS, fortalecerá la transición energética sin menoscabo a la producción de hidrocarburos, fueron los anuncios más importantes.
Ejercerá la soberanía norteamericana donde el esfuerzo centenario ha sido malinterpretado. En la región revisará la operación del Canal de Panamá, analizará la ayuda presupuestal otorgada por el país a países en desarrollo, y le otorga al secretario de Estado, Marco Rubio, las bases de la política de estado, de anteponer los intereses de Estados Unidos por encima de cualquier otra prioridad.
No soplan buenos vientos para Colombia. El fracaso del gobierno en lograr la paz, sumido a guerras territoriales entre bandas criminales, amparadas bajo las banderas del ELN y disidencias de las FARC, incremento de áreas de cultivos de coca y producción de alcaloide, nombramiento de la inexperta funcionaria Laura Sarabia como nueva canciller e incremento tarifario a las exportaciones destinadas al primer socio comercial y sumada la ideología opuesta a la norteamericana, son nubarrones preocupantes.
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.