Una vez aprobados el proyecto de acuerdo que contiene el presupuesto distrital para la vigencia 2025 aforado en 5.9 billones de pesos y el proyecto que faculta al alcalde Eder para concretar nuevos créditos con el sector financiero por 3.5 billones de pesos, la pregunta que se formulan los caleños es sí de esta manera será posible recuperar a Cali del deterioro sistemático de sus finanzas públicas. Así mismo sí con la puesta en marcha de dicha inversión será posible desarrollar en el tiempo que le resta al burgomaestre de turno cumplir con los objetivos y fines de su plan de desarrollo. Y sí, con la ejecución de las obras ofrecidas por el alcalde se resolverán los graves problemas en materia de seguridad, transporte, movilidad recuperación del espacio público, etc., no obstante, las obligaciones que asumirá la ciudad con la conformación del área metropolitana con Jamundí y Puerto Tejada en la que está empeñado el alcalde Eder.
Todas estas inquietudes han suscitado un clima de incertidumbre en el seno de la comunidad caleña, las cuales no parecen tener fin entre la comunidad que no cree en las instituciones y mucho menos encuentra respuestas a las propuestas que se vienen haciendo a partir de la existencia de un presupuesto inflado y deficitario que a la luz de los mas elementales principios contables tampoco servirá para atender las verdaderas urgencias de la ciudad y de los caleños sumidos en el desempleo, la informalidad y la desigualdad social y sin mayores esperanzas de recuperar su estado y condición económica y social, particularmente respecto de vastos sectores populares y de capas medias que no ven en la actual administración soluciones reales a los viejos y nuevos problemas que se han acumulado en la ciudad.
Entretanto, el concejo distrital aprueba un nuevo cupo de endeudamiento por 3.5 billones de pesos que el alcalde utilizará para financiar un conjunto de proyectos, que según se dice, sacarán a Cali del atraso en que se encuentra, además de traer bienestar social a la comunidad caleña.
Lo más inquietante de este asunto, es que finalmente la ciudad y sus habitantes quedarán hipotecados a los bancos por varios años con una deuda que crecerá exponencialmente trasladando su pago vía impuestos, tasas y contribuciones a los caleños.
El billonario préstamo se utilizará fundamentalmente para financiar obras de infraestructura, repitiéndose la constante de administraciones anteriores al servicio de determinados intereses de constructores y contratistas que se reparten los dineros del Estado bajo la consigna de que “sí no se invierte en este tipo de obras, Cali no podrá progresar ni desarrollarse como otras capitales del país y del mundo contemporáneo”.
En este caso lo más preocupante es que las obras proyectadas con el empréstito difícilmente se podrán pagar en los plazos convenidos inicialmente, corriéndose el riesgo de incrementarse su valor con la refinanciación de los créditos, en tanto que las rentas del distrito no alcanzarán para cubrir los pagos respectivos, debido en buena parte al bajo recaudo de los impuestos que surten las rentas del distrito, lo cual se ha convertido en una tendencia que se viene presentando en los últimos años, generando graves dificultades a la administración para cumplir con sus compromisos financieros y atender los gastos presupuestales de funcionamiento e inversión, etc.
Como puede verse, no existen los recursos suficientes para atender los gastos de inversión y así poder ejecutar las obras conforme al propósito del alcalde Eder, quien ha supeditado las condiciones reales en que se encuentra la ciudad a la simple voluntad y deseos ligados a sus intereses personales.
En este sentido, el futuro de Cali estará signado por el endeudamiento, el déficit fiscal y presupuestal y el incremento de los impuestos, lo que constituye una afrenta a la comunidad caleña además de un acto de irresponsabilidad política y social, que no solo compromete la gestión del alcalde Eder sino de la mayoría de miembros del Concejo Distrital al aprobar un presupuesto desbalanceado desde el punto de vista financiero y un empréstito que sobrepasa los límites y capacidades del distrito para cumplir con sus obligaciones y compromisos financieros.
La idea peregrina de que para crecer es necesario invertir y para tal fin es menester endeudarse, no es aplicable en este caso para la ciudad de Cali, al contrario de lo que sucede por ejemplo, con la ciudad de Medellín cuya capacidad de endeudamiento y de pago de los créditos se fundamenta no solo en el recaudo de sus impuestos, tasas y contribuciones, sino en otras rentas derivadas de sus inversiones en grandes empresas públicas y privadas que le permiten un manejo estable de sus finanzas el cual no posee la ciudad de Cali, dirigida por una clase que ha perdido su vigor para administrar los asuntos relacionados con el desarrollo y crecimiento de la ciudad y del bienestar de la sociedad caleña.