Se trata del “cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados”, como la define el DLE, pues si bien muchas cosas están actualmente en crisis profundamente y al mismo tiempo, la manera en que esto es apreciado está en crisis: no hay una mirada holística y continua, ni se priorizan los problemas y aún menos las soluciones. El cambio climático sigue, la amenaza de una guerra atómica continua, las democracias están en crisis, la sobrepoblación no está mermando con suficiente rapidez ni en todas partes, y el consumismo y la carencia de educación persisten.
Hechos todos los anteriores que ponen en crisis a las ciudades pues los generan y al tiempo son sus primeras víctimas, pese a lo cual saberes como la planificación, el urbanismo, el paisajismo, la arquitectura y el diseño no son relevantes ni adecuadamente aprendidos pues se insiste en apenas enseñarlos. Por ejemplo, no se entiende que, si bien el dibujo es un fin para el propio de las artes visuales, apenas es un medio para el urbanismo y la arquitectura, las que hay que pensar antes, a lo que ayuda el escribirlas de la mano de Vitruvius, pero no apenas de su celebre triada: función, construcción y forma, agregando su emplazamiento, y método a seguir.
Es perentorio que más ciudades sean autosostenibles, para que sean menos generadoras de gases de efecto invernadero, al consumir menos energía generada a partir de combustibles de origen fósil para su iluminación y climatización; que reutilicen el agua servida, los desperdicios y las basuras; dividirlas en pequeñas ciudades dentro de la ciudad para poder moverse en ellas caminando o en bicicleta, unirlas con las otras, su área metropolitana y la región, por un eficiente y confortable transporte público, multimodal e integrado; e intensificado, la información, el debate político, la socialización, el arte, el civismo, la recreación y el deporte.
Sería un cambio profundo de importantes consecuencias para las ciudades y sus ciudadanos (ya lo serían y no meros habitantes) mediante un proceso crítico, amplio y continuo, que incluya simultáneamente planificación, urbanismo, paisajismo, arquitectura y diseño, y que sus propuestas integradas para edificaciones y espacios urbanos, se agreguen pertinentemente a lo existente, de manera congruente y conveniente, mejorándolo, y no reemplazándolo. Las ciudades serían valoradas y apreciadas, y procurarían una mejor calidad de vida en ellas; es una oportunidad de resolver problemas e implica el cambio si se elige para obtener un beneficio.
La crisis general del siglo xiv en Europa y la cuenca del Mediterráneo, marcada por la Gran Hambruna de 1315-1317 y la Peste Negra de 1347-1351, que redujeron la población a la mitad; y justo cuando el Período Cálido Medieval llegó a su fin y comenzó la Pequeña Edad del Hielo. Es el tramo final de la Edad Media hasta la recuperación de la población y las ciudades, el dinamismo económico y el nuevo vigor cultural que trajeron el Renacimiento y la Era de los descubrimientos; y se la considera un factor determinante para explicar la transición de la Edad Media a la Edad Moderna… y a sus varias crisis actuales de la tercera década del siglo XXI.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.