La rivalidad entre China y Estados Unidos se considera el principio organizador dominante en la política global, independientemente de los resultados electorales en Estados Unidos. Esta competencia abarca áreas como el comercio, la tecnología y la seguridad.
China está aumentando su influencia internacional, mostrándose más asertiva en regiones como el Mar del Sur de China y la frontera con India. Además, ha dejado de lado compromisos internacionales, como con la Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong.
La administración estadounidense ha adoptado medidas para “contener” a China, lo que algunos comparan con una nueva “Guerra Fría”. Sin embargo, las circunstancias son diferentes debido al poder económico de China.
Europa busca mantener su autonomía estratégica, lo que significa no alinearse completamente con ninguno de los dos gigantes. La UE comparte una larga historia con Estados Unidos, pero también necesita gestionar sus relaciones con China para proteger sus intereses.
Las relaciones entre la UE y Estados Unidos se han tensado bajo la administración Trump, con diferencias en temas como aranceles, gastos de defensa de la OTAN y políticas climáticas. Esto ha llevado a una posible aproximación de la UE hacia China para contrarrestar la presión estadounidense.
Aunque China busca capitalizar las divisiones entre la UE y Estados Unidos, la UE mantiene preocupaciones sobre la dependencia económica de China y sus prácticas comerciales. La UE busca equilibrar sus relaciones con China sin comprometer su autonomía estratégica.
China ha aumentado su gasto en defensa y ha declarado estar “lista para la guerra” con Estados Unidos, respondiendo a las tensiones comerciales y políticas. Además, China continúa invirtiendo en tecnologías avanzadas como AI y 5G para fortalecer su posición global