En este domingo cuarto del Tiempo Ordinario, al coincidir con el día dos de febrero, se celebra la Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo. Es una fiesta con una gran tradición popular, y aunque es esencialmente cristológica, tiene sus connotaciones marianas. En muchos lugares se celebran las Candelas que aplicado a Maria es la Virgen de las Candelas o la Candelaria.

Esta Fiesta de la presentación tiene aún un cierto sabor a la Navidad. Jesús se nos ha presentado en forma de Niño como el “Dios con nosotros”. Se manifestó en la cueva de Belén a los pastores y fueron testigos sus padres María y José. Más tarde se sigue manifestando a los Reyes Magos, implicando para poder encontrarlo, a los entendidos de Israel. Este hecho ya da señales de inquietud a los poderosos.

Al parecer el Evangelista Lucas siente la necesidad de presentarnos otra manifestación importante para el futuro de lo que será este Niño. Lo saca del anonimato al presentarlo en el Templo de Jerusalén como el Mesías enviado por Dios. Lo hace, no ante los dirigentes religiosos, sino ante dos personas ancianas, Simeón y Ana, prototipo de la “fe de los sencillos”. Este tipo de “fe sencilla” les hace tener un corazón abierto a los designios de Dios para con su pueblo y toda la humanidad. Nos representan a todo hombre y mujer de cualquier tiempo y lugar, que viven su fe con sencillez y tienen un corazón abierto para la acogida de Dios y que repercute también para saber acoger a los hermanos.

Este es el primer paso para evangelizar y, en este Año Jubilar, caminar hacia una “esperanza que no defrauda”

DOMINGO .. PRESENTACION DEL SEÑOR   –    2  DE FEBRERO

LECTURAS:

Lectura del libro de Malaquías 3, 1-4  :”Esto dice el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mí…”

Salmo 23, 7. 8. 9. 10 R/. El Señor, Dios del universo, Él es el Rey de la gloria

Lectura de la carta a los Hebreos 2, 14-18 :”Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte…”

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40 “Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: …”

Reflexión del Evangelio de hoy

“Entrará el Señor a quien buscáis, el mensajero que vosotros deseáis” “¿Quién es ese rey de la gloria? El es el Rey de la gloria” “Tenía que parecerse en todo a sus hermanos” “Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del Niño” (Cfr. Lecturas de hoy)

Esta puede ser en síntesis el mensaje de la Palabra de Dios para nosotros cristianos del siglo XXI que nos toca ser testigos de esta verdad que creemos en un mundo que nos rodea de cierta oscuridad. Ante la gran situación de increencia, y lo que es peor, ante la vivencia de un cristianismo rutinario y sin compromiso, necesitamos de mensajeros que nos ayuden a un verdadero encuentro con el Señor que se nos manifiesta “parecido en todo a sus hermanos”

Necesitamos, en verdad, evangelizadores que anuncien “con nuevo vigor” la Buena Noticia que hemos recibido y que tiene que manifestarse en nuestra vida comprometida con una apertura de corazón a Dios que ha venido a salvarnos. Esto nos ayudara a tener también un corazón abierto para acoger a nuestros hermanos, y juntos ir construyendo una nueva fraternidad universal, es decir el Reino según quiere el Señor.

En el Evangelio hemos escuchado cómo se nos hace sencilla esa venida. José y María, como buena familia de creyentes y cumplidores de La Ley, cumplen con lo mandado. Así es como entra en el Templo “a quien vosotros buscáis, el mensajero de la Alianza que vosotros deseáis”

Los ancianos Simeón y Ana lo descubren y se les manifiesta en el Templo. Simeón vive con la serenidad madura de los años este encuentro y le hace exclamar: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.

Dios ha encendido en el experimentado Simeón una luz que le hace vivir con esperanza e ilusión poder conocer a Jesús. Él sabe, por la experiencia vivida, que con la venida del Mesías esperado todo va a cambiar. Sería deseable que nosotros tuviéramos estos sentimientos profundos de Simeón. Estamos en este año Jubilar donde la “esperanza, que no defrauda, es nuestro camino”.

Para dar a conocer a este Jesús, Mesías esperado, que muchos no conocen, necesitamos en primer lugar, tener la experiencia profunda de quien es Jesús para mi vida y cómo influye en ella. Desde esa experiencia personal podre ser “luz”.

Tal vez, de esta idea, la piedad popular inició la tradición de encender las candelas como “luz para alumbrar a las naciones”. Por eso este simbolismo le hemos de dar todo el significado que tiene. Ser primero compromiso personal de llenarnos nosotros de la luz del Evangelio para, después, poderla trasmitir a los demás.

Que la mesa de la Eucaristía nos ayude a tener esta experiencia profunda de Jesús, nuestro Mesías, y luego ayudados también por nuestra Madre María, podamos ser verdaderos evangelizadores para los que no creen o están adormilados en su fe. Que la cercanía, la compasión, la fidelidad, el perdón de los pecados, sean una ayuda para construir fraternidad, que es el inicio del Reino aquí y ahora. También nos ayudará a “caminar en esperanza” tal como se nos pide en este Año Jubilar.

Hector de Los Rios