Recientemente se realizó un foro organizado por la directora regional del programa para el Desarrollo de Naciones Unidas -PUND- en alianza con el diario El Tiempo planteándose cinco caminos “para mantener en forma” el sistema político colombiano, que según se dice, “tiene algunos riesgos no obstante su solidez”.

El primer camino a seguir consiste en cambiar el paradigma para lograr una “democracia de ciudadanía”. En relación con este asunto es preciso examinar que la democracia en nuestro país ha entrado en una profunda crisis en la medida en que ésta como forma de gobierno y de organización del Estado y de la sociedad no responde a las necesidades e intereses del conjunto de los ciudadanos colombianos, a la vez que se ha convertido en un simple procedimiento electoral que le permite a la clase dirigente (económica y políticamente dominante) reproducirse en el poder.

El segundo camino se refiere a la “territorialización de la democracia”, la cual se ha reducido a una simple formalidad en tanto se concentra y centraliza el poder en cabeza del gobierno central. Y de ahí la lucha que desarrollan algunos sectores políticos y sociales que viven en las regiones para lograr la plena autonomía e independencia del poder central, además de conseguir una mayor participación de los recursos provenientes del fisco nacional que se recaudan en los municipios y departamentos del país.

El tercer camino tiene que ver con “el cierre de la brecha” entre la ciudadanía y las instituciones representativas. Dicho propósito se aleja cada vez más de la realidad en tanto los órganos de representación popular pierden sistemáticamente su carácter democrático y representativo, al ponerse al servicio de los potentados y de los privilegios de clase. Por otra parte, dichas instituciones representativas (congreso, concejos, asambleas departamentales), han perdido peso político en la medida que perdieron la iniciativa para determinar el gasto público es decir, para definir como se deben gastar los impuestos que pagan los colombianos,  en tanto se refuerza el poder del gobierno central y local con la participación de las clases y sectores dirigentes o sus representantes en dichas instituciones, convirtiéndolas en aparatos orgánicos del poder del gran capital.

El cuarto camino se refiere al ejercicio de la democracia participativa en las soluciones de los problemas y necesidades de los ciudadanos. Siendo este uno de los ejes centrales de la reforma constitucional de 1991, sin embargo, esta forma de democracia y que según algunos analistas, constituye una transferencia del poder en favor del pueblo. Su materialización quedó reducida a una instancia de comunicación y de socialización de las decisiones que se toman en las alturas del poder, lo cual nada tiene que ver con las verdaderas demandas del pueblo relacionadas con su participación y decisión en aquellos asuntos que los afectan directa o indirectamente en sus intereses económicos, políticos, sociales, administrativos, culturales, ambientales, etc. Entretanto el ejercicio de los mecanismos de participación está sometido a una serie de formalidades que hacen prácticamente imposible su ejercicio, tal como sucede por ejemplo con la revocatoria del mandato de los alcaldes y gobernadores.

El quinto camino demanda de la necesidad de establecer un “consenso sobre lo fundamental” mediante el cual se puedan superar las amenazas contra la democracia. Este camino tiene el apoyo y sustento en la política de la paz total y del diálogo nacional propuestos por el presidente Petro que avanza en la actualidad en medio de no pocas dificultades y obstáculos, debido a la situación que se vive en el país con la polarización entre los sectores que apoyan al gobierno y las clases y grupos económicos y políticos constituidos en la oposición al gobierno del cambio social.

Entretanto el presidente Petro acusa a la oposición de preparar un “golpe blando de Estado” e incluso de atentar contra su vida, lo que hace que la situación política y social del país se haga cada vez más compleja e insegura.

A lo anterior se suma la actitud asumida por el presidente en sus recientes intervenciones televisadas, particularmente en el encuentro Nacional de Medios Alternativos, Comunitarios y Digitales, realizado en Armenia ante comunicadores de medios alternativos, en donde convocó al pueblo a defender en las calles el voto popular que lo llevó a convertirse en su gobernante, utilizando para ello el gran potencial del pueblo soberano para defender con la revolución la democracia nacional. Declaraciones estas que generaron una mayor tensión en el seno de la comunidad que puede traer como consecuencia una mayor exacerbación de la violencia en el país. En este caso es necesario tener en cuenta las experiencias vividas por otros pueblos particularmente en América Latina. En tanto es necesario tener la suficiente claridad ideológica y política para escoger el camino más seguro en torno a los cambios que requiere el país no sín antes tener en cuenta las condiciones reales y concretas el desarrollo de la lucha social y política; ya que de otra manera se puede incurrir en errores y generar un gran daño al proceso mismo del cambio social que en ninguna circunstancia puede ser producto de la voluntad ni del deseo de los líderes que participan en las luchas que libran los pueblos contra sus explotadores. No hay que olvidar que las luchas sociales y políticas no se realizan a partir de consignas revolucionarias en tanto se descarta la labor de cumplir rigurosamente las tareas de unir, organizar y realizar las acciones correspondientes con la participación de las fuerzas políticas y democráticas comprometidas con el verdadero cambio social.

Ahora más que nunca debe estar claro que el presente y futuro de la democracia solo es posible de ejercerla en la práctica, si el pueblo de la mano de sus dirigentes es capaz de cambiar las viejas y desuetas relaciones económicas y políticas para sustituirlas por otras que sirvan de base para la construcción de una sociedad más justa, equitativa y con amplia democracia y justicia social.

Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.

Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social

El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social