- 1 vista
Moisés Banquera Pinillo
Tengo la suficiente autoridad moral y real, como hombre demócrata, ciudadano activo, interesado en el desarrollo del país, porque desde el año 2016 sostuve que Duque sería el próximo presidente de Colombia, para mandarle las siguientes razones. Advierto que el presidente no me conoce, que mi defensa y convicción por su gobierno es desinteresada en lo personal y basada en el bien común.
Señor Presidente. Aun que se hundan todas las reformas en el congreso, sin confundir mermelada con participación legitima en el gobierno. Mantenga su política de no transar bajo la oscuridad con mermelada toxica a cambio de favores con los congresistas, si bien ellos representan las regiones y tienen derecho a buscar soluciones, que presenten los proyectos sobre la mesa y con el rigor del banco de proyecto de Planeación Nacional se viabilicen.
Doctor Duque, Nada de dejarse chantajear de la burguesía, la aristocracia y la social bacanería Bogotana, que se hacen llamar “opinión” y tampoco de los que perdieron las elecciones. Siga nombrando los funcionarios que usted considere diestros para las políticas públicas que se comprometió a adelantar y no se avergüence de quienes se partieron hombro a hombro con el régimen. Derrotar a los santistas puros, a los de izquierda y a los tibios no fue nada fácil, ellos jamás reconocerán éxito en ninguna política pública suya.
Señor Jefe de Estado. Profundice su acción de gobierno con las regiones, con el pueblo y con la periferia a través de los talleres construyendo país. La equidad y la legalidad son la esperanza unido al emprendimiento o generación de empleo formal que están esperando los campesinos. El campesino quiere alcanzar la clase media, quiere ver correr la cerca de la frontera agrícola, quieren que las placas huellas conecten sus cultivos con los centros de acopios, quieren ver funcionando los contratos por cosechas, en fin señor Presidente, tiene más trabajo por hacer en el campo, que en la fría, corrupta y contaminada altiplanicie Bogotana.
Señor Presidente. El pacifico colombiano tiro sus restos por la paz, pero las cosas salieron mal, los violentos destruyen sus esperanzas de vida con la imposición de la justicia privada, la extorsión, las amenazas y el narcotráfico; la naturaleza mata sus ilusiones con los derrumbes provocadas por la irracional minería ilegal y por los fuertes desbordamientos de sus ríos. Presidente, su corazón grande oirá mi suplica y pronto su gobierno construirá el plan llamado “PACIFICO VERDE” , pacifico interconectado, pacifico seguro, pacifico minería responsable, pacifico ambiental, pacifico agrícola, pacifico pesquero, pacifico economía naranja, pacifico sin hambre y con esperanza.
Doctor Duque. Reducir el narcotráfico y la minería ilegal es una prioridad, pero también lo es reducir el contrabando, reducir la inseguridad urbana y rural, resolver el eterno problema de la carretera al mar de Buenaventura, los complejos puentes y derrumbes en la vía al llano. Tantos problemas señor presidente que humildemente creo que fue un error eludir el corte de cuentas del país que usted recibió.
Su majestad. Por su juventud y el futuro que le espera, es un imperativo cumplir sus promesas de campaña más importantes. Volver el país competitivo fue una de esas promesas, es tiempo de enderezarla y si toca sacrificar al Ministro de Hacienda, no lo dude, ha manejado muy mal la ley de financiamiento, era y es su deber del MH explicar bien a la opinión la promesa de reducir la tasa impositiva a las empresas y si bien, se da en términos de tarifas, no es real porque se les va a aplicar a los inversionistas un impuesto al patrimonio y otro a los dividendos. Esa no fue la propuesta de campaña, no deje el timón de la ley de financiamiento a congresistas politiqueros ni a los mamertos socialistas. No podemos seguir gravando a las empresas ni a los inversionistas por temor a discursos veintijulieros de los enemigos del capital.
Señor Presidente. Su discurso del pacto por Colombia es una buena estrategia para unirnos, pero debe tener cuidado; gallardamente los amantes del socialismo del siglo XXI deben quedar aislados, no por discriminarlos, sino que el habitad de ellos es el ataque al desarrollo para vivir de las ONGs internacionales o llegar al poder para jodernos y poder acabar con la desigualdad, vía el exterminio de la clase media reemplazada por colombianos sin esperanza, sin resiliencia, con una aparente gratuidad en educación y salud, pero sin felicidad.