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En el oriente de Cali la lucha de los líderes no se detiene y sus dificultades crecen cada día de la mano del abandono o la incapacidad del Estado. Desde principio de año ya se había advertido que era urgente una intervención para prevenir el desastre que ha caído sobre los habitantes más pobres de la ciudad. Incluso se había comentado con sorpresa que al ver un diagrama del plan de prevención para el invierno en la ciudad, no se encontraban contempladas estas zonas históricamente vulnerables.
De ida y vuelta en Cali se repitió la historia de todos los años, y fue lo mismo para el resto del país. Una vez más estos desastres naturales caen bajo la responsabilidad de las entidades y autoridades que administración tras administración no han hecho otra cosa que dilatar, mal planear y, por qué no decirlo, darle la espalda a los que más los necesitan.
Allí donde el Estado está ausente, los habitantes tienen que tomar la situación por los cuernos y a la par de sus luchas cotidianas por el pan, la salud y el techo que les son esquivos, se suman la lucha contra las catástrofes que pueden y deben evitarse, pero que siguen ocurriendo debido al desmadre que tenemos instituido desde hace décadas en el país.
En estas ocasiones es cuando más útiles son las organizaciones no gubernamentales, las corporaciones, las juntas comunales, los líderes que se mantienen pendientes de cada cosa, desde el futbol hasta la recolección de basura. Aquellos que se acuerdan de una viejita viuda que ya no sale, los que se preocupan por las zonas verdes, los que enseñan a leer, los que ayudan a los drogadictos, los que en fin tienen una vena comunitaria que los lleva a actuar para el bien de todos y han conseguido la experiencia y han probado su valor al hacerlo.
Las comunas más pobres de nuestra ciudad enfrentan una navidad más oscura que las otras. Nunca como hoy se había hecho tan necesaria la solidaridad de todos los ciudadanos y la intervención seria del Estado. Los problemas que trajo el invierno, la inseguridad por las pandillas y la mera subsistencia, el pan que necesitan muchos para vivir no pueden serles negados mientras la ciudad se ahoga en alcohol y ferias.
El mejor homenaje que podemos hacer esta navidad a todas las personas que luchan por que Cali sea un lugar mejor cada día del año es levantarnos y tomar una causa a su lado, así sea un sólo día, ya no estarán solos.
Hogares para ancianos, centros de desplazados, refugios para los habitantes de calle, damnificados por el invierno dentro y fuera del área urbana, guarderías para trabajadores informales y recicladores, centros de ayuda a los drogadictos... todos estos son problemas que debemos atacar unidos. Y es el deseo del que escribe y esta revista que desde hoy los caleños nos sintamos vinculados a todas estas labores humanitarias que se vienen dando en la ciudad. Por eso enviamos un saludo a todos los líderes que han pasado por esta sección y también un mensaje: la lucha por la concientización de la población es una lucha en que los medios nos vamos comprometiendo más y más, pronto ya no estaréis tan solos.
En el camino de la comunicación se construyen puentes y se levantan voluntades que pueden hacer la lucha más exitosa. Desde Caliescribe.com les enviamos fuerza y un saludo fraterno.

Y a todos los caleños que luchan por una ciudad mejor y han pasado o no, por estas páginas digitales.
Muchos quisieramos que estas celebraciones de fin de año significaran algo, la unión de todos y todas para enfrentar los terribles problemas de la ciudad. Lamentablemente por ahora sólo vemos pan y circo. Convertida en una ciudad enorme e indiferente, Cali baila su feria y le hace el feo, como el Estado a los problemas que enfrentan los menos afortunados.
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