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Por: Emilio Escobar
“Recuerde el alma dormida avive el seso e despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer , cualquier tiempo pasado fue mejor".
Jorge Manrique
La conocida frase que titula este escrito, extraída del verso del poeta castellano Jorge Manrique contenido en las Coplas a la muerte de su padre, ha sido utilizada en los últimos siglos, unas veces con aceptación por quienes defienden las bondades del modo de vida de sus antecesores o de su edad temprana, al compararlo con el del momento en que se encuentran, y otras con absoluto rechazo, generalmente por gente joven de épocas, como la actual, en que ven el raudo avance de la tecnología produciendo elementos que les facilitan tareas cotidianas y les brindan entretenimiento y diversión, haciendo siempre misterioso y apetecible el futuro.
Pero, cuando se trata de la convivencia, de las buenas costumbres y del respeto por los congéneres, definitivamente debemos plegarnos a la apreciación del poeta, porque el día a día de nuestros países, regiones y ciudades cada vez más se ve amenazado por la corrupción y deshonestidad de quienes nos gobiernan, por la violencia y la intolerancia de seres que se han levantado sin educación ni cultura ciudadana, pertenecientes a clases sociales sin posibilidades de progreso porque los dineros públicos, en un altísimo porcentaje, van a parar a las bolsas de políticos y funcionarios que consideran que han sido elegidos para vivir su cuarto de hora y enriquecerse mientras desempeñan sus cargos en el Estado.
Definitivamente, fue mejor el tiempo en el cual los gobernantes eran seleccionados y nombrados, salvo unas cuantas excepciones, por entes superiores que analizaban su trayectoria, probidad, honorabilidad y capacidad resultando, en la mayoría de las veces, agentes de progreso y desarrollo de nuestras urbes, movidos más por su entrega y deseos de servicio, que por la búsqueda de su beneficio personal. Así crecieron nuestras ciudades, se organizaron y fortalecieron nuestros departamentos y el país inició su escalada en el concierto universal como emergente del sub-desarrollo.
Infortunadamente, llegó lo que llamo “exceso de democracia”, una suma de procesos plagados de fórmulas amañadas mediante las cuales grupos económicos y politiqueros configuraron sus maquinarias para traficar con votos a través de “campañas” alimentadas, en muchos casos, con cargas de dineros “non sanctos”, para situar a sus validos en posiciones de mando desde las cuales favorecerán sus apetitos grupales de poder y riqueza. Y lo peor del caso, es que sus tentáculos maléficos alcanzan los llamados “entes de control”, de manera que quienes deben establecer barreras al mal gobierno y hacer respetar leyes y principios a los titulares de la administración pública, terminan siendo sus cómplices en el saqueo del erario.
A veces, en arrebatos de imaginación, sueño con un sistema electoral de fases múltiples en el cual el pueblo, con sus votos, selecciona su candidato para que vaya a un segundo nivel en el cual deba enfrentar a otro que llega a la contienda por méritos propios, surgido por su trayectoria en el servicio público o privado, destacado en el mundo empresarial o en la academia, calificado por un Corte de Notables en primera instancia, tras analizar sus ejecutorias, aciertos y honestidad. Así, la representatividad de los elegibles cubrirá el universo de electores, las clases menos favorecidas pero que, por lo general, son presa fácil de los manipuladores y comercializadores de votos, y los niveles pensantes, capacitados para expresar con su concepto, las bondades y conveniencias de quienes han de regir los destinos de la comunidad. La selección final estaría en manos de una Corte Superior Electoral, compuesta igualmente por representantes destacados y probados de todos los niveles sociales de la población, con la correspondiente veeduría ciudadana.
En fin... Soñar no cuesta nada, pero nos permite ilusionarnos con cambios radicales a un sistema actual plagado de ilegalidades y atropellos, al tiempo que sentimos que…. ¡cualquier tiempo pasado fue mejor!