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Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
El domingo 29 de mayo estaremos celebrando la gran fiesta democrática. Ese día saldremos a ejercer nuestro derecho al voto expresando nuestra predilección, entregando nuestra confianza, a quien consideramos puede regir los destinos de la patria.
Colombia es y ha sido una nación democrática. La historia de nuestro país, como la de muchas otras naciones, ha sido de lucha, batallas y perseverancia para lograr un desarrollo uniforme que permita, no solamente libertades individuales, sino cerrar brechas de desigualdad e inequidad.
Lamentablemente también ha sido un país violento. Diferencias ideológicas desenlazaron una guerra civil no declarada que fragmentó familias enteras por discordias entre hermanos, padres e hijos. Hace ochenta años, las divergencias entre rojos liberales y azules conservadores desataron cruentos episodios que el país no quisiera recordar.
Los eventos de intensa tristeza del “Bogotazo” del 9 de abril de 1948 fue apenas la punta del tempano que desencadenó innumerables episodios de desestabilización nacional. No obstante, el país, su dirigencia, los partidos tradicionales y la población surgieron victoriosos de los insolentes sucesos estableciendo históricos procesos democráticos, que tan solo fueron interrumpidos por la corta dictadura de Rojas Pinilla entre 1953 y 1957.
Colombia ha mostrado, pese a su historia violenta, con creces, que, pese a diferencias de posturas, siempre hay lugar para la reconciliación, la estabilidad, una permanente renovación de fe y esperanza, todas conducentes a la anhelada paz que queremos legar a las nuevas generaciones, como ejemplo de nación unificada.
El proceso democrático se pone a prueba en las próximas semanas. La primera vuelta elegirá dos candidatos que se disputarán la ronda final unos días después. El pueblo soberano decidirá el futuro del país y por ello debe respetarse el resultado.
Colombia votará serenamente en paz y los comicios serán nuevamente la prueba de madurez democrática. No hay lugar para desmanes, actos violentos y vandálicos si la decisión no favorece candidato alguno.
Elijamos y votemos por quien tiene la capacidad, liderazgo y condición de unificar el país en momentos cruciales de infortunios globales que atentan contra la dignidad y libertades de pueblos enteros conduciéndolo por el sendero de la prosperidad, estabilidad, progreso y desarrollo de esta gran nación.
Enarbolemos la bandera y rubriquemos la célebre frase de Benjamín Herrera, “La patria por encima de los partidos”.