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Por Carlos Jose Holguin
Uno pensaría que el triunfador fue Santos, logró lo que quería, imponer un acuerdo de paz con las FARC por encima de lo decidido en el plebiscito
A lo largo de este año hemos vivido en Colombia una de las más complejas confrontaciones políticas entre el Presidente Santos y su antecesor el Presidente Uribe en torno, quien lo diría, de la paz de Colombia que más que unir dividió al país.
Concluido el proceso, uno pensaría que el triunfador fue Santos, logró lo que quería, imponer un acuerdo de paz con las FARC por encima de lo decidido en el plebiscito a través del Congreso en donde aplicó eficientemente sus mayorías. Logró que las FARC se mantuvieran firmes en el compromiso de paz, a pesar del revés del 2 de octubre. Convenció a la Corte Constitucional de la aprobación del Fast Track y finalmente redondeo con la consagración internacional del premio Nobel de paz. Quien podría dudar de que es el triunfador.
Y sigue siendo el ganador, son más de 6 millones de votos frescos y cacareados por aquello del conejo que les hicieron
Pero Uribe también consiguió lo que buscaba, y de pronto para el mediano plazo resulte ser más triunfador que el hoy glorioso Santos, pues como siempre sostuve para Uribe el acuerdo de paz no era su objetivo, ni por mucho que se lo hubieran mejorado lo iba aceptar, lo que buscaba era hacer del tema de la paz un tema electoral, agitar masas. Se quedó con el triunfo electoral, pues al no haber habido un segundo plebiscito, el resultado que se mantiene es el único que se dio en el cual él fue y sigue siendo el ganador, son más de 6 millones de votos frescos y careados por aquello del conejo que les hicieron, ni más ni menos el case inicial de la elección Presidencial del 2.018, con eso arranca casi que garantizado el que sea el candidato de Uribe.
Así las cosas la conclusión final de este tumultuoso año político, es que al menos por ahora lo que hay es un empate Santos - Uribe, cuyo desempate, como siempre lo ha deseado Uribe será en las próximas elecciones Presidenciales y/o congresionales.
Tan cierto es lo anterior que ya se empiezan a perfilar más claramente las candidaturas en función solo de dos grandes ejes, el eje que aglutinara a los partidos que van a defender el acuerdo con las FARC y los que pretenderán, así parezca una locura, el desmonte de los mismos.
Quedando nuevamente en un segundo plano los grandes problemas del país como la corrupción, la justicia y la salud.
Por eso las FARC ya entendieron lo que van a tener que enfrentar y ni bobos que fueran no van a presentar candidato propio sino que estarían buscando la forma de sumar a esa gran alianza que garantice la permanencia y desarrollo de los acuerdos, y que de paso les garantice la tan ansiada gobernabilidad. Esto tiene la ventaja para el País que ante la fragilidad del acuerdo debido a la polarización y fracturación de la opinión, la responsabilidad para las FARC de honrar cabalmente lo acordado, hacer una rápida, efectiva y sincera desmovilización y desarme, va a resultar clave para que ese eje pueda consolidar su candidato y ganar las elecciones del 2.018.
Tristemente el desempate Santos – Uribe será una vez más el centro de atención del debate electoral, quedando nuevamente en un segundo plano los grandes problemas del país como la corrupción, la justicia y la salud.