El deterioro del mercado laboral coincide con los datos estadísticos del DANE que indican que aumentaron el desempleo y la informalidad en el país. Circunstancia esta que se ha convertido con el paso del tiempo en un hecho recurrente que afecta a millones de trabajadores que carecen de toda posibilidad para conseguir un empleo estable y duradero y para otros el temor de perder su puesto de trabajo en medio de la desaceleración económica, la inflación y las altas tasas de interés con las que se grava el crédito financiero, reduciéndose de esta manera la inversión y con ello el bajo crecimiento de la economía.
No obstante, la lucha económica que libran los trabajadores conjuntamente con sus organizaciones sindicales por el mejoramiento de las condiciones laborales, no es suficiente para liberarse de la opresión y de la explotación, sí antes no se deciden desarrollar la lucha política mediante la cual es posible acceder al poder del Estado para desde allí, hacer las reformas en materia económica, política y social.
Para tal fin, es necesario fortalecer la unidad y las organizaciones sindicales partidarias del cambio social, además de dotarlas del conocimiento y las leyes del desarrollo social como condición indispensable para realizar las acciones políticas necesarias y con ello hacer realidad los objetivos y fines que demanda la lucha política para una transformación social.
En esto juega un importante papel la concepción política e ideológica que se tenga, ya que no es suficiente lanzar consignas revolucionarias sobre el cambio social sin ejecutar rigurosamente las tareas convenidas con los sectores sociales comprometidos con el cambio.
Entretanto, si se carece de la claridad ideológica y política y se escogen equivocadamente los caminos para consolidar el cambio, es probable que las condiciones objetivas y concretas de dicho cambio no se manifiesten, generándose un gran daño al proceso mismo del cambio social y político, el cual no surge de las palabras ni de los discursos grandilocuentes de algunos dirigentes políticos ni tampoco de las promesas reformistas y populistas, que en el fondo tienden a reforzar el régimen existente consiguiendo de esta manera apaciguar los ánimos de los trabajadores y ciudadanos en general que sueñan con la posibilidad de cambio y construcción de una nueva sociedad en paz, con amplia democracia, progreso social y bienestar general en condiciones de igualdad, libertad y solidaridad respecto de la creación y distribución de la riqueza social y la participación de los trabajadores en los asuntos del Estado y de la sociedad.
El proceso que se adelanta, aunque puede estar contaminado de infinidad de errores que se hubieran podido prever y prevenir, implica tener en cuenta como aspecto esencial, las condiciones y circunstancias existentes de carácter económico, político y social, además de las experiencias vividas con otros procesos, los cuales deben llevar a la reflexión a sus dirigentes, ya que no tener en cuenta la historia es estar condenado a repetirla con los mismos errores del pasado.