Se trata de un urbanismo que sea empático, ecológico, evolutivo, ejecutable y educativo: que lleve a sus habitantes a comportarse cívicamente y ser verdaderos ciudadanos democráticos y al mismo tiempo urbanitas familiarizados con otras culturas y costumbres y ser abiertos a ellas, pero sin perder las propias y por lo contrario permitiéndoles valorarlas y en consecuencia conservarlas, como también renovarlas pertinentemente según cada caso.

Empático: con capacidad de identificarse con los ciudadanos y compartir sus sentimientos en una mirada holística a la ciudad, identificado problemas, aspiraciones y soluciones al consultarlos previamente, y socializando las propuestas para proceder a perfeccionarlas; ya sea en lo ya existente a renovar si es lo pertinente, o para nuevos ensanches ha desarrollar. Se trata de considerar a los habitantes de la ciudad no apenas como los beneficiarios de este urbanismo sino como sus coautores, y responsables de su desarrollo en la ciudad en que viven y que no apenas habitan.

Ecológico: que no altere el medio ambiente en lo relacionado con el aire, agua, vegetación, relieve, clima y biodiversidad del lugar, sino que lo mejore mediante un paisajismo pertinente para los espacios urbanos públicos y privados, la reutilización de las aguas de la lluvia y las servidas para pequeñas hidroeléctricas y para regar jardines, la de los desperdicios orgánicos para hacer composta para aquellos, la de los sobrantes de las construcciones para su acumulación y posterior uso en otras, y la recolección de basuras clasificadas para su reciclaje.

Evolutivo: para que pueda adaptarse fácilmente a nuevas circunstancias pero no apenas las probables sino igualmente las posibles, priorizando la mejora de lo público, y controlando que no se den cambios espontáneos e ilegales que olvidan las limitaciones de la propiedad privada con respecto al espacio urbano ya sea este de uso público como privado, creando mecanismos para identificar y socializar los deseos y necesidad de los usuarios de las ciudades, los que necesariamente ahora cambian mucho de una generación a otra.

Ejecutable: que su relación de costo beneficio de la construcción de los espacios urbanos de uso público es positiva; si la implementación debe ser a corto, mediano o largo plazo, y si es por etapas cuáles serían sus posibilidades a partir de la primera, y no verlo como un proyecto final, el cual probablemente variará poco o mucho. Y al mismo tiempo considerar las posibilidades económicas de las construcciones privadas implicadas en la medida de que serian beneficiadas por este urbanismo y por lo tanto se podrían aumentar sus impuestos prediales.

Educativo: que induzca el pertinente comportamiento de los ciudadanos en el espacio urbano público respecto a su circulación por la ciudad, caminando o en un vehículo (patineta, bicicleta, moto o carro) y contribuya a evitar los ruidos y olores ajenos, y las pintadas en las fachadas públicas o su alteración sin permiso. Y, finalmente, un urbanismo que eduque en dicho tema a los ciudadanos para capacitarlos y sean coautores de su ciudad; y de ahí otra de las ventajas de dividir las grandes ciudades en pequeñas ciudades dentro de la ciudad.

Benjamin Barney Caldas

Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.