El paisajismo en las ciudades se lo puede planificar, a partir de su urbanismo y arquitectura, utilizando la triada de Vitruvius: “construcción, función y forma”, pero partiendo del emplazamiento, de tal manera que en cada sector se analice como un todo y no sólo como una de sus distintas partes. Se trataría de un paisajismo regionalista que corresponda a la geografía, historia y presente en cada sitio, para que convierta su relieve, vegetación y clima en un lugar adecuado a las tradiciones, usos y costumbres de cada uno de estos en la ciudad, entendida como un todo urbano, arquitectónico y paisajista.

Que el emplazamiento de árboles, matas y prados, considere los usos y formas de la arquitectura y el urbanismo existentes en la ciudad, y que por lo tanto incida pertinentemente en sus funciones. Que la nueva vegetación continúe la existente o la complemente, pero no que la perturbe; y considerando las redes de los servicios públicos y las diferentes vías. Que respondan a las condiciones físicas de los suelos usuales en la ciudad; y a la disponibilidad de los recursos requeridos para su mantenimiento. Que responda al plan vial y el de ocupación y uso del suelo, existentes, y previendo sus posibles cambios previsibleS en el futuro.

Que su función (utilitas) sea a partir de dividir por sectores el paisajismo en las nuevas urbanizaciones según su uso y que serán mayoritariamente para vivienda, y que deberá ser remodelable, o transformable si más adelante fuera lo necesario, y que sea fácil de mantener, cambiar o sustituir. Que los espacios construidos (servidos) y los andenes arborizados, parques, zonas verdes y huertos comunales (servidores), sean complementarios entre sí. Que el paisajismo en dichos sectores sea de crecimiento progresivo, y que sus lotes aun sin construir sean zonas verdes provisionales.

Que su cultivo (firmitas) sea regenerativo, autosostenible y económico en razón de su pertinente emplazamiento, función y forma. Regenerativo al reutilizar en lo posible la vegetación ya existente en cada  sector, principalmente los árboles y mucho más si son nativos, y en función del relieve, clima y riego disponibles allí. Autosostenible al reutilizar las aguas servidas de las casas y los edificios cercanos, y las de la lluvia que corre por las calles. Económico al ser menor la inversión en plantillas, abonos, agua, energía y mano de obra, tanto en su siembra como en su posterior mantenimiento.

Que las formas (venustas) de su paisaje natural en una ciudad en crecimiento, consideren estéticamente sus paisajes naturales circundantes y también los lejanos de la región en la que se ubicaran, y que estos incidan en sus diferentes espacios y en su paisajismo y arquitectura, para que sean comprensibles y gratos para propios y visitantes al rememorar otros ambientes similares en esa o en otras ciudades. Que ayuden a que sus espacios sean emocionantes dependiendo pertinentemente de sus usos, construcción y emplazamiento en la ciudad.
Benjamin Barney Caldas

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle y especializaciones en la San Buenaventura. Ha sido docente en los Andes y en su Taller Internacional de Cartagena; en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, en Armenia en La Gran Colombia, en el ISAD en Chihuahua, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998, y en Caliescribe.com desde 2011.